Una ciudadanía de nada
Por María Antoranz.
Rebeldías posibles de Luis García-Araus y Javier García Yagüe
Dirección : Javier García Yagüe
Sala Cuarta Pared (Madrid) – www.cuartapared.com
Desde el 2 de septiembre
Esta obra del llamado “teatro alternativo” (o sea, de ese teatro que carece de portadas de actores en revistas como Hola o Vogue) se acaba de reestrenar con el mismo clamoroso éxito de público de siempre y ¡ya van tres temporadas desde 2007! Un hombre normal y cualquiera, José García, se convierte en héroe mediático y hasta en animal peligrosamente político por reclamar a una empresa de telefonía los 28 céntimos de nada que ésta le ha cobrado de más en una factura. Para los dos autores de la obra, que se enmarca en una “trilogía social” que comenzó con Café y concluye con Siempre fiesta, (obra ésta que pronto regresará a la Cuarta Pared), la trama escenifica una crítica de la impunidad y de la resignación a las que, con excesiva frecuencia, sucumbimos en nuestro día a día.
El dramaturgo García Yagüe investiga la clase media. En sus obras, parte a menudo de una situación sencilla extraída de la realidad que él saca de quicio llevándola a sus límites más insostenibles sólo para poner en evidencia ciertos aspectos del entramado social de las relaciones humanas, así como sus impases, con un planteamiento a menudo respaldado por la psicología, entendida ésta como ciencia y no como praxis. Son pequeños fragmentos de la cotidianeidad más corriente y moliente de la burguesía media y populachera que él desmenuza bajo su lupa como un forense ateo de la rutina. Aquí, junto al contumaz José García, del que nada se sabe excepto que está dispuesto a dilapidar sus ahorros en pleitos y en abogados con tal de que se le reconozca su derecho como ciudadano a ser rehabilitado en su dignidad de consumidor, surgen personajes como un desconsolado viudo que se las tiene que ver a solas con su hija anoréxica, un joven apóstata alienado por sus recuerdos de la liturgia cristiana, una joven asalariada propietaria, engañada y endeudada por la constructora de su piso, además de la compañera de García que, mientras anhela una vida llena de costumbres estereotipadas, trabaja en uno de esos programas de televisión tan originales y típicos de España : un reality show !
Sin duda hay que destacar la extremada originalidad de la puesta en escena en la que confluyen el pragmatismo y el simbolismo del mensaje. Pragmatismo en tanto en cuanto este espectáculo cabe en cualquier sitio cívico de este país y requiere pocos medios, ya sean por la escenografía en forma de puzzle como por el elenco : los seis actores resuelven con ingenio el papel de 13 personajes. Simbolismo en tanto en cuanto la circularidad en la que se halla siempre el público, cercando el escenario, es un guiño metateatral que se puede traducir de muchas maneras aunque tiene cierta poesía en sí por el ímpetu globalizador de creación teatral que implica. Eso es al menos lo que me llegó de algunos murmullos: “Hacemos teatro alternativo, ¿y qué? ¿Acaso no es bueno?” Y sí que lo es, pero lo más valioso de esta obra sea quizás el mensaje subliminal que fluye a lo largo de toda la función como en los buenos anuncios publicitarios : “no tengas miedo de tu prójimo y únete a él”. Y es que si los personajes logran su fin es gracias a la confianza que alcanzan entre sí por medio de la unión. Porque tal vez, desdiciendo la vox populi, no sea tanto la unión lo que hace la fuerza como la confianza en uno mismo. Y eso es algo que no conviene mucho difundir desde las altas esferas de la política porque, entonces, “eso” podría dar más miedo que ser cuñado de Belén Esteban.