El cine que nos viene de fuera

Por Ángel Domingo.

Si Oliver Stone debía resucitar al tiburón de Wall Street Gordon Gekko, la mayoría coincidiremos en que vivimos/padecemos el momento más oportuno (oportunista) de las últimas décadas. Desde la primera parte, en el feliz 1987 del pelotazo y los yupis, nunca había jarreado tanto en las bolsas ni en las colas del paro. Así pues, la implosión de la burbuja financiera ha conjurado a la bestia del capitalismo, encarnado en Michael Douglas (un Oscar por el caníbal bursártil). La secuela de elocuente título, El dinero nunca duerme, lanzará una opa a la taquilla el próximo 1 de octubre.

En la primera parte, Bud Fox (Charlie Sheen), un joven y trepa agente de bolsa, era apadrinado por un Gekko que le descubría los suculentos beneficios de la combinación entre dinero fácil y falta de ética. Obviamente, la cosa acabó con su justo castigo aunque, como leemos a diario en los periódicos, la realidad demuestre que los especuladores siempre flotan.

Dos décadas después, Gekko acaba de salir de prisión después de cumplir condena. Recupera el cariño de su hija y pronto se alía con el novio de ésta (Shia LaBeouf) para volver a la carga en un mundo que sigue rigiéndose por los mismos móviles (aunque ahora la Blackberry haya sustituido a los pesados Motorola). Además de Douglas y LaBeouf, Stone ha reunido a Carey Mulligan, Susan Sarandon, Frank Langella, Josh Brolin y Eli Wallach.

Las críticas oscilan entre “una de las mejores secuelas en mucho tiempo” (The Hollywood Reporter) y la decepción que manifestó Carlos Boyero en El País, con motivo de su proyección en Cannes, afirmando que “no posee la tensión, la energía y la fascinante maldad que chorreaba su antecesora”.

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George Clooney encabeza los estrenos made in Hollywood de otoño con El americano (17 de septiembre), de Anton Corbijn, con un thriller romántico en el que un asesino a sueldo, después de un encargo complicado, recala en un encantador pueblo italiano donde acaba entablando amistad con el cura del pueblo y enamorándose de una de las parroquianas. Cambiamos la profesión (normalmene se trata de un artista) y topamos con un nuevo título en el que un estadounidense se maravilla de los encantos de la vieja Europa. Para restarle ñoñería, le añadimos unos cuantos tiros.

Los vientos de la actualidad están inspirando a los guionistas. David Fincher se cuela en las intimidades de los fundadores de Facebook con La red social (15 de octubre), adaptación de la novela de Ben Mezrich. El foco cae en uno de los socios, Mark Zuckerberg, del que dicen que es el billonario más joven de la historia. Algunos aprovechan bien el tiempo.

El filme nos cuela en los inicios de su proyecto en los años universitarios, cuando otros preferían las fiestas de las hermandades. Promete toda la verdad, en una historia plagada de traiciones, sexo y todos los cebos posibles para los usuarios más amarillistas de la red. “No se hacen 500 millones de amigos sin hacer unos cuantos enemigos”, anuncian.

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Zuckerberg, proclamado César de esta era por Vanity Fair, está más que molesto con la posibilidad de convertirse en protagonista y, como le solicitan muchos de los habitantes de su estado virtual, ha reclamado que respeten su privacidad. Además, antes de optar por el mutismo para restar publicidad al filme, ha recordado que se trata de “ficción”. Dado su parecido con su trasunto en la gran pantalla, Justin Timberlake, muchos dudarán de que no se trate de un documental.

Y en los límites de este género, el 8 de octubre, la británica Exit Through the Gift Shop nos embaucará en una original búsqueda de Bansky, el grafitero que ha convertido en arte infinidad de rincones urbanos por todo el globo, incluido el muro de Cisjordania. Las subversivas sátiras de sus plantillas le han llevado a exponer incluso en prestigiosos museos, aunque resulta más divertido cuando cuela de rondón alguna de sus obras en la Tate Modern o el Moma. Poco se sabe de su biografía, salvo que nació en Bristol. Su rostro nunca ha sido captado por las cámaras de seguridad. Probablemente tampoco le veamos la cara en la película, que dice centrarse más bien en el hombre que rodó este experimento audiovisual en un retorcido giro de la trama.

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En el cada vez menos atractivo cine norteamericano, despierta curiosidad (y reservas) la visión del Camino de Santiago  por parte de Emilio Estevez, que abandona su prolongado silencio. En The Way (19 de noviembre) echa mano de su padre, Martin Sheen, quien encarna a un oftalmólogo de California que viaja a Francia a recoger los restos de su hijo, fallecido en un temporal en los Pirineos. Cuando conoce que éste iba a recorrer el camino, decide hacerlo por él. ¿Topará con Shirley MacLaine de peregrina?

Poco parece prometer un desinflado Hollywood, que se abona una temporada más a la acción, el thriller y el terror con Machete (Robert Rodríguez), Saw VI (Kevin Greutert), La otra hija (Luis Berdejo), Let me in (Matt Reeves),  Paranormal Activity 2 (Tod Williams), Stone (John Curran), Ciudad de ladrones (Ben Affleck)…  Títulos combinados con alguna comedia como la independiente Greenberg (Noah Baumbach) o las risas adolescentes de Salidos de cuentas (Todd Phillips) con Robert Downey Jr.

Hay vida más allá de L.A.

El cine europeo intentará hacerse un hueco con un clásico, Stephen Frears. En Tamara Drewe (12 de noviembre) recupera la tradición nostálgica por la vida tranquila del campo, con su habitual galería de personajes, cuando una plastificada periodista del corazón retorna a su pueblo natal para vender la casa familiar. El viejo continente también contará en sus filas con Abbas Kiarostami y su Copia certificada (29 de octubre), drama protagonizado por Juliette Binoche.

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Desde Perú, Javier Fuentes-León trae Contracorriente (17 de septiembre), que, a priori, pudiera sonar a un Brokeback Mountain sudamericano ya que cuenta el triángulo amoroso entre un pescador, su esposa embarazada y un pintor forastero. El realismo mágico espanta el parecido, cuando el espíritu del amante ahogado accidentalmente pide al pescador que rescate su cadáver del mar y lo entierre en paz.

La legión de fieles de Ricardo Darín están de enhorabuena. En octubre vuelve con la argentina Carancho (24 de septiembre), de Pablo Trapero, en la piel de un abogado sin licencia que sobrevive estafando a las aseguradoras con falsos accidentes de tráfico. Enamorado de una médica (Martina Gusmán) acabará enredado en un oscuro caso policial.

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Otros valores seguros del cine argentino son Federico Luppi y Norma Aleandro que, en Cuestión de principios (5 de noviembre), exponen en clave de comedia la resistencia de una pequeña revista. Más al norte, en Canadá, Atom Egoyan firma Chloé (26 de noviembre), con Lian Neeson y Julianne Moore en un thriller sexual.

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Y, en vísperas navideñas, torrente de estrenos infantiles y juveniles con Harry Potter y las Reliquias de la Muerte (Parte I) y Las crónicas de Narnia: La travesía del viajero del alba. A reventar las huchas. Los adultos más nostálgicos se unirán, en diciembre también, a la legión adolescente con Tron: Legacy (Joseph Kosinski), secuela del clásico de culto de la ciencia ficción de 1982. Jeff Bridges repetirá encarnando al virtual Kevin Flynn…

Empezábamos hablando de una secuela de un éxito de los 80 y concluimos con otro… ¿Eterno retorno o imaginación en paro?

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