No te signifiques (8)
Por Jorge Díaz.
Cuando la realidad es absurda se hace complicado escribir ficción. Vaya verano, la gente dice que no pasa nada pero es mentira, tenemos pasión por las tonterías estivales. Lo único que nos ha faltado este año es un muerto famoso, de esos que todos los años pasan a mejor vida en agosto para que los que están de vacaciones no sepan seguro si ha muerto o no. El año que viene hacemos apuestas, seguro que caen a pares, para compensar.
Los diputados catalanes prohíben las corridas de toros, arrogándose un derecho que dudo que moralmente tengan aunque legalmente puedan hacerlo; los andaluces crean un reglamento de calidad celestial, que hay que ser cretino para creer que eso es de tu competencia porque te hayan votado en Jaén; Carod Rovira y Belén Esteban son los más odiados entre los españoles, que somos cutres hasta en nuestros odios: un paleto y una chica de barrio; hay médicos que piden que se prohíba la venta de tabaco en bares y quioscos, lógico, como la prohibición ha funcionado tan bien con las drogas…
¿Cuándo hemos dejado de ser mayores de edad y hemos perdido la facultad de decidir lo que nos conviene o nos interesa? ¿Cuántas prohibiciones y reglamentaciones hay previstas para otoño? ¿Están dispuestos los diputados autonómicos españoles a ordenar el mundo entero con sus absurdas e inaplicables leyes? ¿Quién tiene más poder de decisión mundial, Esperanza Aguirre o Barack Obama? Sólo en caso de que la respuesta sea favorable a Obama, ¿alguien puede informar a Esperanza Aguirre y sus colegas presidentes autonómicos y pedirles que nos dejen en paz y que dejen de legislar sobre todo como si que el mundo diera vueltas dependiera de ellos?
– Bonita forma de empezar el curso.
– ¿Crees que me he significado?
– Bastante.
Quizá es que me he creído esto de ser columnista, atiendo a los que me jalean:
– Saca la bestia que llevas dentro.
– ¿Eso te dicen?
– Eso me dicen y les escucho, así que opino acerca de todo, hasta de temas sobre los que nunca he tenido opinión.
El cambio se produjo cuando hablé de los acordeonistas y de los grafiteros. Mis lectores olieron sangre y ahora me piden que me meta con los tunos, con las llamadas telefónicas para ofrecerte líneas de teléfono, con los voluntarios de las oenegés que piden en la puerta de la Fnac, con los resentidos que escriben comentarios en los confidenciales de Internet… Ah, y con Gallardón, el tala árboles, el peor alcalde del mundo. Para cuando le den las Olimpiadas, dentro de cinco o seis eliminatorias, en Madrid no quedará una sola sombra natural que ofrecer a los corredores de maratón (¿no pueden los socialistas presentar un candidato que parezca humano?, no es necesario que sea un buen político, basta con que no tenga pinta de alimentarse con ratones, como los lagartos de V, aunque con Zapatero demostraron que no hacía falta disimular).
– ¿Y vas a hablar de todo eso?
– Con el correr de los meses y si no me echan antes.
– Te estás pasando.
– Sí, es que se ha despertado la bestia. Tengo que relajarme o no llego a julio. También hablaré de libros, pero no mucho.
Lo mejor de criticar es que nadie te pide que tengas razón, sólo que seas cruel. Puedes sentarte al teclado y, con que tengas un mínimo de gracia, ponerte a repartir. Me estoy convirtiendo en el cascarrabias en el que los que me conocían siempre auguraron que me convertiría.
Pese a estar cumpliendo con mi destino, me pregunto: ¿a quién le interesa mi opinión?
– Lo mismo te iba a preguntar yo.
Supongo que a nadie o en todo caso a un par de amigos, pero hay por ahí gente con menos criterio que yo dando la suya.
Es decir, hablaré de libros de vez en cuando, pero lo más habitual será que meta baza en temas sobre los que no sé nada y que me presente sin vela en los entierros que me parezca.
Ah, este verano no le leído casi nada que valiera más que el papel en el que estaba impreso, sólo se salva un libro de Schulberg, pero es de 1941, como novedad no sirve. Deseo que mis amigos publiquen nuevas novelas para invertir la tendencia. Quiero hablar bien de ellos, se lo merezcan o no; al fin y al cabo, los amigos siempre lo merecen.
Al parecer entramos con fuerza y ganas, D. Jorge. Espero que no se le acabe el fuelle. Por el bien de sus lectores.
Se te olvida la última reglamentación: las terrazas en Madrid cierran a las 12 de la noche, por decreto. Esperemos que haya quien se las salte, jugándose la multa o la licencia.
Muy bueno los libros de Budd Schulberg, sí . Hago apología, por si hay alguien interesado en ellos:
«¿Por qué corre Sammy?» y «El desencantado», ambos publicados en castellano en El Acantilado.