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Tercer programa del Corella Ballet en la Gran Vía. Noche de descubrimientos

Por Ana Martos Carmona.

Corella Ballet en DGV. Foto: Rosalie O'Connor.

Verlo emociona, porque cuenta historias y porque es un proyecto ambicioso y recién nacido, al que como todo lo que empieza a andar hay que mimar y prestarle atención. Se representa estos días y hasta el 22 de agosto con su tercer y último programa en el madrileño Teatro Lope de Vega dentro del Festival Los Veranos de la Villa.

Aunque la joven compañía Corella Ballet de Castilla León comenzó a dar sus primeros pasos en el 2008, cuenta con un repertorio de 24 obras, dos de ellas grandes producciones clásicas, y una de creación propia, en la que el bailarín y director artístico se ha estrenado como coreógrafo.

En este tercer programa, el más potente de los tres representados en la Gran Vía, se pueden ver piezas tan diversas como La Suite de Raymonda de M. Petipá y Gorsky, (la más clásica de todas); Soleá pas de deux, creada por María Pagés para los hermanos Corella; y dos creaciones del genial coreógrafo C. Wheeldon: For 4 y DGV: Dance à Grand Vitesse, todas ellas dentro del nuevo repertorio para la temporada 2010-2011.

La noche se abre con La Suite de Raymonda, que recupera la tradición más clásica de manos del maestro Marius Petipá. Los bailarines cumplen, saben ser elegantes y le prestan tono al personaje. Marcan el inicio de sus pasos a golpe de palmada acogiendose al estilo de las danzas húngaras, y reciben los aplausos del público que los descubre después de cada intervención. Desde el punto de vista escenográfico, la versión cuenta con un decorado sencillo, de aire  palaciego en el atrezzo y el vestuario.

Pero sin duda, la revelación de este programa son las piezas creadas por el coreógrafo británico Christofer Wheeldon, todo un lujo para el público español. Con ellas podemos acceder a las diferentes lecturas que el creador hace sobre lo clásico y además, siendo de las más aclamadas en el extranjero, formarán parte del repertorio de la compañía. For 4 es una joyita, desde la concepción de movimientos, hasta el diseño de luces y vestuario; una pieza que respira y en la que el espacio se carga de significado. Cuatro bailarines con personalidades y actitudes diferentes; sus estilos son su carta de presentación y un descubrimiento; Fernando Bufalá, coherente, elegante y preciso, de los que llenan el escenario con su capacidad interpretativa y una técnica madura.

La coreografía de Wheeldon es hermosa y concibe a cada intérprete individualmente, del mismo modo que lo hace la iluminación, correlato de cada personaje. Suya es también la DGV: Dance à Grand Vitesse, creada a partir  de la música de Michael Nyman para conmemorar el viaje inaugural del tren de alta velocidad francés entre Lille y París. El ritmo veloz se alterna con los momentos de estatismo, y descanso entre el viaje y la parada. Es todo un despliegue de energía y quizá la pieza más contemporánea de todas, eso sí, siempre sobre puntas. El vestuario futurista y austero traslada  la  escena a un vagón de tren, que en un segundo término sirve de nexo entre la acción y los diferentes planos por los que se mueven los bailarines. La música es la historia en sí, al más puro estilo Nyman, de ritmo intenso con constantes aceleraciones. Se nota que a los bailarines les gusta bailar esta pieza puesto que es todo un desafío en términos de movimiento. Lo mejor de Wheeldon es que en estas coreografías surge una combinación inteligente entre los pasos clásicos con una lectura más contemporánea, que reafirma la tradición y expresa una nuevo camino. Es el final perfecto para cerrar el programa.

Soleá pas de deux, una de las más piezas más esperadas, aparece en tercer lugar y une en escena a los hermanos Corella en un bello paso a dos creado por María Pagés. Al inicio, casi en penumbra aparecen los dos, silenciosos, y lo que empieza siendo un ejercicio de intimidad, acaba como un juego por bulerías. Sirve como reclamo perfecto para atraer al público y resulta un interesante punto de encuentro entre el ballet clásico y el flamenco, sutil y lleno de ternura. Es evidente que están agusto en la interpretación y nos hacen cómplices de la relación que existe entre ellos. Emociona.

La de estos días es una gran oportunidad para descubrir el Corella Ballet, la única compañía especializada en Danza clásica que existe actualmente en nuestro país y que intenta abrir sus puertas a nuevos públicos. Un empresa titánica y de largo alcance, que cuenta con cantera y en la que hay mucho por hacer y consolidar, todo trabajo… la vida de un bailarín no se hace de la noche a la mañana y de eso Corella sabe mucho.

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