Felicidad y Filosofía – Rousseau
«El objeto de la vida humana es la felicidad del hombre, pero ¿quién de nosotros sabe cómo se consigue? Sin principio, sin fin cierto, vagamos de deseo en deseo y aquellos que acabamos de satisfacer nos dejan tan lejos de la felicidad como antes de haber conseguido nada. No encontramos regla invariable, ni en las pasiones que se suceden y se autodestruyen incesantemente. Víctimas de la ciega inconstancia de nuestros corazones, el disfrute de los bienes deseados sólo nos prepara para privaciones y penas; todo lo que poseemos únicamente nos sirve para mostrarnos lo que nos falta, y a falta de saber cómo hay que vivir todos morimos sin haber vivido. Si hay algún modo posible de librarse de esa duda horrible es extendiéndola por un tiempo, más allá de sus límites naturales, y desconfiando de todas sus inclinaciones, estudiándose a sí mismo, llevando la antorcha de la verdad al fondo de nuestra alma, examinando de una vez por todas lo que se piensa, lo que se cree, lo que se siente y todo lo que se debe pensar, sentir y creer para ser feliz tanto como la condición humana lo permita. He ahí, mi querida amiga, el examen que os propongo hoy.
¿Pero qué vamos a hacer, Sofía, sino lo que ya hemos hecho mil veces? Todos los libros nos hablan del Soberano Bien, todos los filósofos nos lo muestran; cada uno enseña a los demás el arte de ser feliz, pero ninguno lo ha encontrado por sí mismo. En ese inmenso laberinto de los razonamientos humanos, aprendéis a hablar de la felicidad sin conocerla, aprendéis a discurrir y no vivir, os perdéis en las sutilezas metafísicas. Las perplejidades de la filosofía os asedian por todas partes. Veréis por todas partes objeciones y dudas, y a fuerza de instruiros terminaréis por no saber nada. Este método capacita para hablar de todo, para brillar en un círculo, hace sabios, espíritus bellos, charlatanes, discutidores, felices a juicio de aquellos que escuchan, desdichados tan pronto como están solos.
No, querida niña, el estudio que os propongo no quiere alardear de una vanidad que se puede exhibir a los ojos de los demás, pero colma el ama de todo aquello que hace la felicidad del hombre; consigue la satisfacción de sí mismo, no de los otros; no lleva las palabras a la boca sino los sentimientos al corazón; liberándose y abandonándose a él mismo, otorga más confianza a la voz ce la Naturaleza que a la de la razón».
Podrás encontrar ésta y otras cartas de Rousseau en la obra Cartas a Sofía. Alianza Editorial. Edición de Alicia Villar.
Maravillos texto! Alerta contra un problema y contra pseudosoluciones. Me lo llevo al blog. Gracias, Carlos, por subirlo.
Muchas gracias a ti, Ada. Es un texto genial. Me siento especialmente atraido por esta obra publicada por Alianza, en la que observamos a un Rousseau más humano, mucho más cercano que en el “Emilio” o en otros escritos de corte más filosófico. Junto a “Las ensoñaciones del paseante solitario”, uno de mis preferidos del autor.
Saludos;).