Carlos Vitale: «Lo explícito carece de valor literario»
Por Cristina Consuegra.
El número ocho de la colección narrativa de Candaya, esa editorial que edifica atalayas con letras desde el mismísimo Penedés, posee un título tan atractivo como inquietante, Descortesía del Suicida (Candaya, 2008); un libro escrito por el argentino afincado en Barcelona, Carlos Vitale, que posee una suerte de peculiaridad difícil de encontrar en otros libros del panorama nacional: la promiscuidad literaria. Una promiscuidad que le ha permitido la aproximación a lugares de difícil acceso, lugares donde las fronteras se confunden, donde realidad y ficción intercambian identidades, y la inteligencia se convierte en prisma a través del cual poder configurar escenografías cotidianas.
Descortesía del Suicida puede ser considerado un libro fronterizo, pura alteración manifiesta de los géneros literarios, ruptura sectorial y mestizaje literario de difícil parentesco patrio. Sin embargo, esto no es el único mérito de Descortesía del Suicida, hay mucho más: un tratamiento preciso del carácter vulnerable de las sociedades modernas y los individuos que las componen; un entramado de (micro)relatos basado en la experiencia cotidiana, un cúmulo de fantasías urbanas; pero sobre todo, un homenaje literario a la experiencia de estar vivo. En definitiva, un manual ficcionado que reflexiona sobre la composición de nuestra(s) realidad(es).
¿Cuál es el peso de la ficción en Descortesía del Suicida?
En Descortesía del suicida todo es ficción, hasta lo real. Por más que lo intentemos, nada es exactamente como ha sucedido. Por un lado, la mirada modifica lo visto, por el otro, la literatura tiene sus propias leyes que muchas veces escapan a la voluntad del narrador. Además, ya lo decía Machado, también la verdad se inventa.
¿Y cómo se consigue desdibujar la realidad con tanta solvencia?
Aunque ignoro si es cierto, no puedo negar que me agrada que te refieras a mí utilizando la palabra “solvencia”, espero ser digno de ella. No sé si lo que hago es “desdibujar” la realidad, lo que está claro es que la realidad tiene muchas aristas y yo procuro descubrir las menos superficiales, las que no se aprecian a simple vista, que, en mi opinión, son las más interesantes. Lo que se muestra de forma evidente no tiene ningún valor literario.
Para trabajar con la realidad al nivel que usted indica, hay que observarla con sumo detalle y sigilo. Sin embargo, en Descortesía del Suicida, la realidad también aparece como foco observador. En este libro, por tanto, ¿parece ejercer como exhibicionista y voyeur?
En Descortesía del suicida prima el sentido de la vista, de modo que me veo más como un mirón que como un exhibicionista. En cualquier caso, intento evitar el confesionalismo utilizando recursos como el distanciamiento o la ironía, aunque no sé si siempre lo consigo. Como exhibicionista soy extremadamente pudoroso. Tanto que es difícil percatarse de que me exhibo.
… entonces, puede ser que se haya reservado algo para usted. ¿Qué no ha dejado ver en esta obra?
Nada, si bien de un modo oblicuo, pienso que en mis libros estoy completamente expuesto, para quien sepa o quiera verlo.
Descortesía del Suicida es un libro fronterizo, promiscuo, si me permite la palabra. Una obra, quizá, difícil de conocer su punto y final. ¿Cuándo percibe que el libro está completo?
De algún modo, mis libros nunca están completos, van aumentando con el tiempo en sucesivas ediciones. Son como un niño que, cuando parece que ya no puede seguir creciendo, pega otro estirón. Así que por más que los dé por acabados al final nuevos textos vuelven a llamar a mi puerta y me piden entrar. Yo los contemplo por la mirilla y, si creo que no me harán hacer el ridículo, los dejo pasar.
¿Qué otros libros se encuentran en Descortesía del Suicida?
Todos los libros que he leído y hasta los que no he leído. Son infinitos los autores que me han influido, muchos de ellos de manera indirecta.
Usted es una de esas personas que parece desprender literatura con cada paso que da; es traductor, poeta y narrador. ¿Qué faceta le despierta mayor interés?
La verdad es que soy un aspirante a poeta que escribe también otras cosas que, en general, no se alejan demasiado de la poesía. Mi narrativa es un híbrido de muchos géneros o subgéneros. La traducción es un oficio que me da felicidad o amargura, según los casos. Gracias a él he sobrevivido hasta ahora, decir que he vivido sería exagerado.
Entonces, si no se hubiera dedicado a la escritura…
Como digo en uno de los textos de Descortesía del suicida me habría gustado ser pintor o futbolista. Pero entre mis deseos y la realidad…
Y como parte de la industria editorial, ¿cuál cree que será el efecto del libro electrónico?
Creo que el libro en papel es un invento difícilmente mejorable para los lectores de libros de creación, sean de poesía o narrativa. O sea, los que amamos hasta el tacto de los libros, los que miramos el tipo de letra, las portadas, los espacios en blanco… En cuanto a otro tipo de libro, de ensayo, enciclopedias, etc., auguro que el libro electrónico tendrá un gran futuro. Sinceramente no me imagino leyendo a Kafka en una pantalla, aunque mi capacidad como vidente es muy discutible.
Descortesía del Suicida, de Carlos Vitale
Candaya
2008
114 páginas
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