Barriga
Barriga. David Barreiro. Editorial InÉditor 150 páginas. 16,75 €.
Álvaro de Miguel es aceptado en La Empresa para redactar informes con destino desconocido. Su perfeccionismo y entrega le granjean la confianza de sus oscuros superiores, que lo promocionan hasta asignarle un jugoso proyecto: poner sobre la mesa del despacho principal del Ministerio de Agricultura unas comprometedoras fotos y un informe que desbloquearían la salida al mercado de un compuesto alimentario. Le acompaña su J.P., su jefe de proyecto, quien al terminar el encuentro le advertirá sobre el quid de esta singular profesión: ese hormigueo en la barriga que sentirá al oler a su presa y poner en marcha su estrategia de depredador a sueldo. Pero para entonces, Álvaro ya habrá descubierto que todo tiene un precio.
Preguntas al autor
-¿Cómo surgió la idea de escribir Barriga?
Partió de la lectura de un libro titulado Anatomía del fraude científico, de Horace Freeland Judson. En él se explicaban casos reales de investigadores muy cualificados, de alto prestigio profesional y social, que fueron capaces de cualquier cosa con tal de conseguir el éxito, de no verse abocados al fracaso, ya fuera por su propio ego o por la presión a la que estaban sometidos. A partir de ahí comencé a pensar en un personaje que actuara de esa manera y me interesé por quienes, de un modo u otro, manejan a ese personaje y, por extensión, al resto de la sociedad. Me documenté sobre el lobbying y sobre los grupos de presión que actúan sobre políticos, científicos, periodistas… De ahí, extraje lo que consideré que tenía una mayor fuerza dramática, aquellos elementos con posibilidades en la ficción.
-Un título visceral para contar una historia de estrategias…
Sí. Desde mi primer libro, Relatos posindustriales, me propuse poner títulos atractivos para el lector, títulos, digámoslo así, comerciales. De hecho pensé, “mi siguiente libro lo llamaré El hombre que caminaba de puntillas sobre el hielo, vaya de lo que vaya”. Sin embargo, lo titulé Mediocre, porque me parecía que era el único título posible que podía llevar. Con Barriga me sucedió lo mismo, sentía que por su sonoridad, su contundencia, porque la trama así lo pedía y por el contraste con todos lo elementos racionales que parecen motivar cada una de las acciones del protagonista, no podía llamarse de otra manera.
-La voz narrativa de esta novela negra te ha quedado muy atinada, muy “en off”; la voz de un personaje que ni es detective ni es asesino. ¿Cómo defines al protagonista?
Es alguien con una excelsa formación, unas notables cualidades, un triunfador que, debido a las altas expectativas que se han creado en su vida, no puede hacer otra cosa que ir hacia delante. En un momento dado, acepta un trabajo algo turbio y, a partir de ahí, ya nunca podrá dar marcha atrás. Esos trabajos lo convierten en un hombre frío, calculador que se adentra en un territorio oscuro y se aleja poco a poco de sí mismo, de su familia, de sus amistades y de cualquier tipo de vínculo emocional con su entorno.
-¿Por qué una novela de género negro?
Soy lector habitual de género negro. Desde Chandler a Lehane, desde Hammett a Ellroy. Aunque fuera durante mucho tiempo considerada un género menor en literatura, para mí la novela negra ha sido la que más ha indagado en aquello que no se ve de la sociedad, lo que subyace. Una buena novela negra no habla de dos o tres personajes, sino de todos nosotros.
-Tus personajes, también en Mediocre, están marcados a fuego por las
emociones. ¿Cómo se come esto en una novela negra?
Porque la novela negra acepta, en mi opinión, todos los registros narrativos y todos los enfoques. No creo que deba quedarse, y de hecho no lo hace, en la versión más clásica y purista, en la imagen del detective venido a menos que se cura de los golpes con una ducha fría y un vaso de bourbon. La novela negra es espejo de la sociedad y las emociones han de estar ahí, palpitando.
-Madrid vuelve a ser el escenario, otra vez la cima del poder que engulle
a los personajes. Parece haber siempre detrás de tus novelas un “personaje”
llamado “sistema”, o “sociedad”, y un héroe moderno. ¿Cómo defines a este
héroe? ¿Qué suerte le espera?
Mientras en Mediocre había algunos lugares del paisaje, de Madrid, más cálidos, más acogedores, en Barriga es un Madrid frío, impersonal. El Madrid de la zona financiera, de los rascacielos, el lugar, como se dice en un momento del libro “donde se cocina el mundo”. Podría haber sido cualquier otra capital mundial, pero algunos elementos de la trama y su paralelismo con la realidad me obligaban a ubicar la historia en Madrid. Ese “sistema” se recoge aquí como “La Empresa” y en este punto hay un nexo con Mediocre, ya que el personaje de esa novela se refería siempre así a su trabajo.
Ese héroe moderno del que hablas es alguien superado por sus propias expectativas, que trata de nadar contra la corriente de sueños y esperanzas frustradas que todos hemos creado. Es una batalla perdida antes de empezar. Algunos, por ello, se rinden porque saben que no merece la pena si nunca van a alcanzar la orilla. Otros deciden luchar y es esa lucha (con la derrota en el horizonte) la que conforma las páginas de mis novelas.