Toy Story 3. No hay quien les tosa
Por Fernando Marañón.
Supongo que los súper-ejecutivos de L.A. sólo miran la recaudación y, en esa carrera, haber tenido la pole cuenta algo. Pero el equipo que trabaja para dar forma de película al negocio también debe ojear las críticas. El ogro verde, aparte de hacer caja como la primera secuela animada del verano que estrenó Hollywood, ha salido medianamente airoso en los papeles, aún con la recomendación recurrente de que punto y final, por favor.
Toy Story 3 llegó luego y aquí estábamos conteniendo el aliento, porque Pixar nunca falla, pero tiene un socio pesetero (¿eurerero? ¿dolarero?) como pocos: el todopoderoso Disney que le pone su producto en puntos de venta.
Da igual, estos tíos son tan listos que han conseguido infiltrar como jefe creativo supremo de ambas firmas al inventor de Toy Story y todo lo que vino luego. Y me imagino a Lasseter diciendo con sonrisa de hierro en las reuniones de la junta: no toquéis a mis chicos. Un estreno al año fue el trato. Pero en la letra pequeña ponía que 4 para realizarla. Y aunque hubiese sido la primera cláusula, ¿quién se lo niega?
Los mejores guiones, la animación más imaginativa y técnicamente impecable del mundo, el secreto de la sencillez sofisticada o la sofisticación sencilla,… no sé cómo llamarlo. Y además, la capacidad de mezclar todos los géneros y todas las edades sin gratuidad ni cálculo, por puro talento narrativo y alegría de vivir. El genio desatado, que corre como el viento hasta el infinito y más allá.
Por lo visto, dentro de Pixar apuestan a ver quién es el primer de sus equipos que la caga. La timba no está abierta al público. Y me parece bien ¿para qué malgastar el dinero pudiendo comprar con él una entrada para Toy Story 3?
La mejor película del año, estrenen lo que estrenen hasta diciembre.