La buena educación
Por María Antoranz.
La última mirada de El Ché Guevara de Tony García Molina
Por Pablo Montenegro
Dirección : Tony García Molina
2, 8 y 9 de junio – Teatro Arenal (Madrid)
http://www.teatrosdemadrid.com/arenal.htm
El estreno mundial de esta obra tuvo lugar en Valladolid, en enero, gracias a Enrique Cornejo, con tantísimo éxito que volvió poco después a la ciudad con idéntica acogida. En Madrid, en cambio, se estrenó de forma casi clandestina en el Arenal y es una lástima, porque este espectáculo se merece algo más de deferencia, desde luego. Tony García Molina no es un novato ni mucho menos pues una sólida carrera de cine documental y publicitario le respalda. Tampoco le movió ser un exaltado o un “antisistema” al interesarse por la figura de un Ché al que ha investigado de manera exhaustiva. Y si conoce bien Latinoamérica, tanto por su trabajo como por su vida personal, no es un fanático del Nuevo Mundo sino un enamorado de aquellas tierras lejanas a la sazón tan cercanas, hasta el punto de que llegó a convivir con indígenas en la selva. Este su monólogo imagina las últimas reflexiones de Ernesto Guevara en las últimas dos horas de vida que le quedaban antes de ser fusilado en Bolivia. Encerrado en un cuchitril junto a dos cadáveres, comienza la espera acongojada de su destino. Por qué el futuro de América latina pende de su muerte o de su salvación ? Extraña paradoja, sin duda, ya que para ayudar a la “Gran Nación”, lo mejor para el Ché sería ser ejecutado. Con su muerte nace el mito. (Un mito que tan bien supo explotar Cuba…) Salvar su pellejo, por el contrario, será la perdición de ambos : él acabará como un abyecto criminal en manos de la CIA y Latinoamérica habrá perdido otro “round” de la globalización occidental. Y así arranca la angustiosa cuenta atrás que propicia los últimos pensamientos de un hombre que llegó a ser de carne y hueso. Y quizás sea ésta la mayor virtud que habría que reconocer a esta obra que nos devuelve al ser humano, tras décadas de explotación comercial de un extraño “logotipo” : el de un rostro reproducido hasta el delirio en carteles, camisetas y chapitas – o el trofeo de su boina con la estrella roja – presentes en todos los mercadillos y ahora, desde que Benicio del Toro hizo “esas” películas en EE.UU., hasta en el Corte Inglés o la Quinta Avenida de Nueva York… Y quién no ha tenido su “momento Ché Guevara”, eh ?! Yo creo que hasta José María Aznar tuvo un pronto revolucionario en su juventud gracias al Ché y si no lo compró, quedó fascinado durante un tiempo por el poder mediático de un perfecto desconocido. Tony García Molina resucita al Ché de verdad para desmenuzar el espejismo en un monólogo denso y bien estructurado, de corte hiperrealista, que combina en armonía con su dirección de Pablo Montenegro. Siendo joven, este actor canario hace una caracterización del personaje tan creíble que hasta pone el vello de punta, y no exagero. Sería difícil resumir ahora en escasas frases lo que cuenta este hombre calculador a lo largo de las casi dos horas de su soliloquio. Yo destacaré sus primeras palabras, constatación amarga, dedicadas a la enseñanza : qué aprenderán los niños en las escuelas de América latina en el futuro ? El monólogo transcurre con una intensidad dramática continua, pasando por variados estados de ánimo de un Ché expectante, abordando tantos temas como lo permite la memoria de un activista político consciente de que está viviendo un momento histórico irremediablemente crucial. Pero si de resumir se trata, cabe destacar que la conclusión a la que llega este incansable e implacable revolucionario de ultramar fue el punto de partida de los filósofos de las Luces europeas del siglo XVIII : no hay revolución (o sociedad) que valga (o que dure) sin una buena educación. Abundaron los momentos bellísimos pero yo insisto en ese instante en que el Ché se confiesa a sí mismo su propia derrota : liberar a unos ignorantes no sirve de nada si no saben qué hacer con su libertad. En todo caso, recomendaría enconadamente esta obra a los estudiantes de institutos y a los jóvenes universitarios, una obra idónea para un debate. Pues es el testimonio vivo de una realidad que sigue intentando renacer y que nos concierne.