La casa de las vísceras
Por Daniel García Nebrera.
Para regocijo de los videojugadores este Halloween se nos viene encima con un extra de carne, vísceras y gore directos de los noventa, de 1993, para ser más precisos cuando la saga Splatterhouse dejó de producirse. Hasta este año pudimos disfrutar de violencia, sangre y tripas al estilo del cine de serie B de la época. Aunque, es curioso que la entrega de la que hablo nunca llegó a Europa debido a su extrema violencia. Como han cambiado los tiempos…
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Allá por esa época, el cine de terror tenía una serie de grandes protagonistas surgidos del subgénero del cine denominado como slasher donde un maniaco homicida asesinaba brutalmente a grupos de adolescentes en espectáculos dantescos de violencia, siendo los más populares del subgénero Freddy Krueger, de Pesadilla en Elm Street, Jason de Viernes 13 y Michael Myers de Halloween, que seguros todos conoceremos. Pues bien, el género slasher obviamente influyó duramente en los la generación de adolescentes del momento y una prueba de ello es Splatterhouse, que bebe directamente de esta tendencia cinematográfica, o sólo fijémonos en la portada de la primera entrega.
La jugabilidad era sencilla a lo largo de la serie; Rick, el protagonista, tiene que abrirse paso a través de hordas y hordas de monstruos endemoniados gracias a sus puños y los poderes mistico-malignos de una máscara con forma de calavera que, venida del infierno, nos dará la fuerza necesaria para rescatar a la clásica damisela en apuros. Por una razón u otra Rick siempre se veía en la necesidad de regresar a la mansión endemoniada y plagada de monstruos con el objetivo de salvar a su novia Jennifer, recuperando para ello, los poderes de la Máscara del terror que lo transformaba en una descomunal masa de músculos y mal carácter, después mediante el omnipotente poder de sus extremidades conseguía transformar el mal de la mansión, que adoptaba distintas formas, en una subordinada masa sanguinolenta repartida por diversos lugares de las habitaciones de la mansión.
El primer esbozo de la saga, que nunca salió de Japón, conserva las constantes del protagonista musculado con la máscara demoniaca matando monstruos con un enorme cuchillo. Aunque dista ligeramente de lo que más tarde fue y por ello puede considerarse una versión japonesa del original: Wanpaku Graffiti, de Namco, tenía un aspecto mucho más infantil y alegre que las versiones más occidentalizadas y es, a día de hoy, objeto de coleccionista.
Al mismo tiempo salía para máquina arcade y más tarde para distintas consolas, el primer Splatterhouse: un beat ‘em up terrorífico en dos dimensiones que marcó una saga y una franquicia para Namco y que se continuó con dos entregas más. Sin embargo, la jugabilidad sólo se vio realmente alterada con la tercera entrega, para Sega Génesis, en la que adoptaba la tercera dimensión y añadía tensión extra gracias a una cuenta atrás que determinaba si salvábamos o no a la chica de las oscuras garras de los monstruos de la mansión West (O Westmansion).
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A día de hoy, deberíamos agradecer la posibilidad de rejugar esta joya de extrema violencia y gore, inspirado en cine de una época que rozaba la serie B y que alimentó a una generación de chavales. Cortemos miembros, aplastemos órganos, rompamos huesos, todo sea por salvar al amor de nuestras vidas de las garras de una inminente y espantosa muerte. ¡Rick, sálvanos a todos!
Como mola! Pues voy a probar el clásico a ver que tal. Y no tiene mala pinta el trailer del nuevo.