María Llopis: El Postporno era eso
Por Claudia Apablaza.
EL POSTPORNO ERA ESO. María Llopis. Melusina Editorial. España, 2010
María Llopis es autora de El postporno era eso, estudió Bellas Artes en la Universidad Politécnica de Valencia y un máster en animación audiovisual en la Universidad Autónoma de Barcelona.
En el 2003 fundó el proyecto Girlswholikeporno junto con Águeda Bañón que concluyó en el 2007. Desde el 2003 es autora de diversos performances y vídeos y ha impartido talleres y conferencias por todo el mundo, entre otras ciudades en Barcelona, Madrid, Berlín, Ámsterdam, París, Londres, Montreal, Bruselas y Frankfurt
¿Es el Postporno es un porno elitista, de alta cultura, en el que hay que haber leído a Beatriz Preciado o a Virginie Despentes para practicarlo; o se practica de forma independiente a ese saber?
Independiente, independiente, independiente. El postporno viene del punk, del “do it yourself” (hazlo tú misma), de los movimientos sociales de izquierdas, de la calle, de los feminismos más transgresores, del arte reivindicativo, en definitiva, de la acción política. Aunque claro que el trabajo de esos dos pedazos de monstruas postpornográficas que son Beatriz y Virginie te va a inspirar, cómo no.
¿Es una representación de la sexualidad como lo es la pornografía o es la práctica cotidiana de tu sexualidad?
El postporno para mí es mi lucha por la sexualidad que yo quiero, si he entendido bien tu pregunta.
Y sí, tal vez el postporno sea la representación de las sexualidades transgresoras, queer, trans, alternativas, etc y la pornografía mainstream la representación de la sexualidad normativa heterocentrista. Aunque no sé si es tan sencillo. Yo vivo y bebo de una sociedad heteronormativa y tengo que luchar contra esas pulsiones normalizadoras. No sé, a veces en el porno mainstream hay trabajos que transgreden esas normas, y se infiltran y funcionan dentro de redes normativas porque son capaces de jugar en ambos lados. Las cosas no son tan sencillas.
La protagonista de el Postporno era eso fluctúa entre la sumisión real ante una pareja (X.) y la necesidad de liberación por medio del Posporno; entre la incapacidad de correrse sola y la el deseo de hacerlo. Finalmente ella se corre sola (Me corro y a continuación me echo a llorar. Es la primera vez en mi vida que me corro yo sola. Tengo treinta y tres años.) y se libera de las ataduras emocionales y sexuales en relación a esa imagen de X. ¿Es ese uno de los fines del Postporno: dejar de depender emocionalmente y sexualmente de un otro?
Del postporno no lo sé, pero mi terapeuta te diría que ese es el fin de un proceso de terapia. Si utilizas el postporno como terapia sexual, tal vez.
De todas formas yo creo que más bien sería al contrario, que el postporno busca alianzas, crear redes de apoyo, conseguir salir del aislamiento social al que determinadas prácticas y formas de vivir tu sexualidad te llevan. Es la visibilización de las prácticas no normativas y para romper reglas tienes que funcionar en equipo, si no se te comen.
¿El establecer un posicionamiento político de nuestra sexualidad, un posicionamiento político que sepulte el deseo o las pulsiones?
¿Es posible que política y pulsiones vayan de la mano? ¿Por qué tendemos a pensar que un posicionamiento político mata el deseo? ¿No es la política, y cuando digo política hablo de ese deseo de cambiar el mundo y a nosotros mismos dentro de él, un arma de seducción? Yo creo que más bien es al revés, es encontrar lo político de nuestro deseo. La pulsión política, en definitiva.
¿Qué diferencias básicas hay entre el Postporno y el feminismo en relación a las formas de entender el género y la identidad?
El movimiento postporno es feminista o no es. Aunque bien es cierto que corrientes dentro del feminismo hay muchas y muy variadas, y no todas comulgan con la postpornografía. Pero cada vez más. El nuevo feminismo es el transfeminismo, un feminismo que crea alianzas con los trans, con el movimiento queer y que en definitiva tiene una concepción del género más abierta.
En relación a lo que dice la protagonista de este texto: No, no tengo vida privada, publico en mi blog, grabo un vídeo y escribo en este libro mis angustias más profundas y no siento que expongo mi intimidad, porque ese concepto de intimidad del que habláis es sólo una herramienta más para someternos. ¿Crees que el concepto de intimidad se ha desplazado a otro lugar con las redes sociales, blogs y demases, tal como dice Eloy Fernández Porta en su libro €®O$? ¿O no crees en el concepto de intimidad?
Yo no creo en el concepto de intimidad. En absoluto. La intimidad expuesta en las redes sociales y en los blogs presenta un nuevo tipo de representación de lo privado. Yo apuesto por la exposición de lo difícil, de lo complicado, de lo oscuro.
Dices que el postporno está tomando un nuevo camino: la emopornografía, películas más románticas que sexuales. ¿De qué se trata la emopornografía y en base a qué faltas de la postpornografía clásica ha surgido?
El emoporn dista mucho del romanticismo clásico al que estamos acostumbrados. Es un concepto de Warbear, teórico y activista queer italiano ahora afincado en Berlín. Warbear habla de la desnudez de la emoción como el último estadio del porno. Presenta ese ejercicio como el auténtico ejercicio de transgresión tras la asimilación del potencial revolucionario de movimientos políticos de lucha queer y postpornográfica.
Por último, este libro tiene una trama determinada, una mujer que lucha en contra de la sumisión heterosexual y la dependencia de otro e intenta desligarse de eso, hasta que al final lo consigue en parte. ¿Trabajaste este texto como una novela clásica?
A mí mi editor me pidió una guía del postporno, un texto teórico. Pero muy pronto me di cuenta de que era incapaz de hacerlo, por un lado porque yo no soy teórica y yo sólo se enfrentarme a la política con la práctica, y por otro lado porque tampoco creo que yo sea la persona más adecuada para definir el movimiento. Así que me limité a narrar mis experiencias en torno a la práctica postpornográfica, mi día a día, pero siempre a través de mi visión subjetiva.
Sobre la trama, me di cuenta de que se iba construyendo a lo largo del proceso de escribir el texto. Tal vez se deba a que yo no soy escritora, no tengo método ni clásico ni revolucionario, así que tuve que transformarme en el personaje de mi novela y vivir para contar, no se me ocurrió otra forma de hacerlo.