Poesía nocturna
Por Estelle Talavera Baudet.
No deja de sorprenderme que, en los tiempos que corren, sea tanta la profusión poética nocturna. Parece ser que el poeta ya no es ese ermitaño introvertido y existencialista. Ahora, en estos días tan complicados como extraños, hemos vuelto a resucitar casi sin querer aquella vieja costumbre, aquellos años dorados en los que el escritor compartía toda su producción sin miedos a plagios, todos sus conflictos sin miedo al rechazo. Leer en alto, compartir y revivir uno mismo lo escrito y la reacción directa en los oyentes, era el fruto que se cultivaba en horas de insomnio, de exaltación. Conversar, improvisar y emocionarse con la palabra pronunciada en alto, con la música de las sílabas. Y los cafés eran el escenario; los cafés, un buen vino o un café cargado y grata compañía. Hoy día no ocurre de manera muy distinta. Sí renovada, los tiempos han cambiado, pero el alma de la poesía vuelve a flotar por los barrios madrileños cualquier tarde de la semana. Y sus poetas levantan sus voces sin pudor cada velada. Hoy muchos cafés han logrado resucitar aquellas viejas tertulias de antaño. Entrelíneas Librebar, Bukowski Club, Pipo, Los diablos azules, Badulake Club, y un largo etcétera. Todo resurge y gira. Y nos enamora poco a poco.