‘Black, black, black’, de Marta Sanz
Por Javier Pérez.
Otra de las novelas presentadas este año en la Semana Negra de Gijón es Black, black, black, de Marta Sanz. La presentación y el comentario de la obra corrió a cargo de Luis G. Martín.
En la escalera de un inmueble de Malasaña, en Madrid, aparece muerta una mujer. A partir de ese momento, la investigación se conforma con detener al marido de la asesinada, un marroquí que tiene todas las cartas para cargar con el crimen sin que nadie se preocupe demasiado, pero finalmente no se encuentran pruebas concluyentes contra él y el crimen queda sin resolver.
Un año después de los hechos, la familia de la asesinada decide contratar un detective para que aclare el crimen y es ahí donde verdaderamente empieza la novela, pues el detective va entrando en las casas del inmueble, una a una, para tratar de sumergirse en el ambiente humano y social del inmueble, que es todo un microcosmos.
El detective, un gay salido del armario a última hora, comenta con su ex esposa el caso al tiempo que trata de refrenar su deseo por el hijo de una de las sospechosas, un muchacho efébico y desquiciante que moverá toda la trama.
Entre tanto, uno de los vecinos va escribiendo un diario en el que narra toda la investigación y en el que se declara culpable del crimen al tiempo que espera el momento de entregarse, de que lo descubran, o de que simplemente pase todo y vuelva a caer en el olvido.
A decir de Luis Martín, Marta Sanz escribe para molestar y remover conciencias, sin respetar las reglas de ningún género. Su narrativa no son sólo personajes y escenarios, sino también olores y sensaciones, las mismas que se van percibiendo en el portal a medida que se suban o descienden las escaleras que ilustran la portada. Porque lo importante en esta novela es que todos, absolutamente todos los vecinos, tenían una razón, o más de una, para matar a la víctima y no se trata de buscar móviles, sino de irlos descartando.
Quizás, a mi entender, la principal idea de esta novela sea que quien ideó aquel aserto que asegura que “el roce hace el cariño” no tenía ni idea de lo que es la naturaleza humana.