Entrevista a Nerea Riesco
“Es más fácil encasillar las cosas para hacerlas más manejables,
pero sólo existe la buena y la mala literatura”.
Por Javier Pérez /Fotografía de Pablo Álvarez.
Durante los actos de la Semana Negra de Gijón, en una de las muchas presentaciones que se suceden, me encontré a Nerea Riesco y decidí abordarla para tratar de acercar su modo de pensar y su obra a nuestros lectores.
Me recibió con toda cordialidad y mantuvo siempre la sonrisa a pesar de que el ruido ambiente y el momento no eran los más adecuados para una entrevista, así que vaya por delante mi agradecimiento a la autora y la solicitud de que me atribuyáis a mí y no a ella las inconsistencias que podáis encontrar en esta entrevista.
Las crónicas de un corresponsal de guerra tienen estas cosas y me podéis creer que la Semana Negra de Gijón sólo se puede cubrir con espíritu de corresponsal bélico.
Sin más os dejo con Nerea Riesco:
J.P.: Para empezar, cuéntanos algo de ti, para que te ubiquemos.
N.R.: Eso es seguramente lo más difícil. Nací en Bilbao, me fui luego a Valladolid y ahora, desde hace años, vivo en Sevilla. ¿De dónde te digo que soy? Si insistes, tendré que contestarte como aquel amigo mío que decía que mi hogar está donde dejé la última caña.
J.P.: ¿En qué genero clasificarías tu novela?
N.R.: No me gusta encasillar las cosas, pero sé que no hay más remedio, porque es lo más fácil para hacerse entender. Por eso, calificaría el Elefante de Marfil como novela histórica, aunque tiene mucho también de novela romántica, de aventuras y hasta de thriller.
J.P.: ¿A qué das más importancia, al escenario o a la trama?
N.R: A las dos cosas, pero más aún al modo en que cuentas las historias. El modo de narrar es lo más importante en una novela y no tanto lo que se cuenta. Hay novelas maravillosas en las que lo que se cuenta tiene menos importancia que el modo en el que el autor te cautiva con su modo de atarte a su mundo.
J.P. Si la literatura es un árbol en el que todos somos ramas que continúan la anterior, ¿qué rama te gustaría a ti continuar?
N.R.: Soy una gran admiradora de la novela suramericana y de todo el realismo mágico. De sus ambientes, de sus cadencias y de su modo de contemplar el mundo.
J.P.: ¿La casa de los espíritus, Gabriela Canela y Clavo o Cien años de soledad?
N.R.: Siempre Cien años de soledad. Soy una verdadera enamorada de esa novela.
J.P.: Cuéntanos lo que puedas sobre la historia que narras en tu novela.
N.R.: Una familia de impresores que guarda una partida antiquísima de ajedrez que sólo se prosigue cada mucho, mucho tiempo. Blancas contra negras. Cristianos contra musulmanes. El bien contra el mal quizás, aunque nos e sepa en qué bando está cada cual en cada época. La historia y la partida siguen, y según la leyenda se apuestan la Giralda. El Elefante de marfil es una pieza de la partida.
J.P.: Una torre…
N.R.: No debo decir más… (risas).
J.P.: Cambiando de tema, ¿crees que existe la literatura femenina?
N.R.: No, volvemos a lo de antes: es más fácil encasillar las cosas para hacerlas más manejables, pero sólo existe la buena y la mala literatura.
J.P.: ¿Y crees que es posible adivinar si una novela la ha escrito un hombre o una mujer?
N.R.: No, yo creo que no. Madame Bovary es, para mí, el personaje femenino tratado con mayor profundidad y lo escribió un hombre.
J. P.: ¿Dedicas mucho tiempo a la investigación en tus novelas?
N.R.: Tanto como a escribirlas. Suelo tardar dos años en escribir una novela. Durante un año investigo y durante otro año la escribo.
J.P.: ¿Cómo ves la irrupción del libro electrónico?
N.R.: Inevitable, pero no va a pasar nada. Quizás sufran un poco más los derechos de autor, pero no va a pasar nada.
J.P.: Por último, ¿crees que vivimos en un mundo de tópicos?
N.R.: No, pero hay mucha gente empeñada en construirlos y en venderlos a toda costa.