‘The Sandman’, o el Olimpo posmoderno.
En los ochenta, ‘DC’ era una editorial dispuesta a renovar el género de los superhéroes con ideas rupturistas y autores jóvenes. Y Neil Gaiman, un incipiente escritor de fuerte personalidad autoral y de historietas de tono intimista. Cuando desde la casa de Batman le ofrecieron renovar un viejo héroe, eligió hacer tábula rasa con Sandman, un justiciero tópico, para crear una mitología nueva. ‘The Sandman’ (1989-1996) es una ficción alejada de los universos coloridos de Superman y análogos, una historia de fantasía sui géneris que retrata un panteón divino, Los Eternos, nuevos dioses para el siglo XXI.
El protagonista no será ningún superhéroe, sino el Arenero, personaje del folklore anglosajón que propiciaba el sueño a los niños esparciendo en sus ojos arena. Gaiman toma la leyenda para recodificar la divinidad griega Morfeo, y su relato dará comienzo cuando un nigromante lo captura en una misa negra. A partir de este incidente, el desarrollo de la serie relatará la liberación de Sueño y las consecuencias que derivan de la inicial capción.
Pero lo que en origen parece un cuento más o menos “freak”, en realidad será un extensísimo relato para adultos. Una saga que se empapa del acervo cultural de incontables tradiciones, mitos y referentes literarios. Por las páginas de ‘The Sandman’ leeremos cuentos orales africanos, guiños borgianos, aparecerán demonios, gatos, Shakespeare, hombres inmortales, Marco Polo, vagabundas locas… ‘The Sandman’ articula un universo lírico y original partiendo del pastiche posmoderno.
Como larga epopeya que es, hay que reconocer que la obra tiene altibajos, momentos excelentes y otros ombliguistas. También un apartado gráfico fluctuante (demasiados ilustradores, y no todos brillantes). Pero en conjunto la obra posee un poder de convicción que atrapa. Culta y literaria en un modo que marcó estilo e influyó a numerosos autores, ‘The Sandman’, alejada de los clichés de los tebeos comerciales, ha logrado un éxito rotundo atrayendo incluso a un nuevo público ajeno al mundo del cómic, embelesado por la imaginación y por el deslumbrante caudal de referencias que supo aprovechar y reutilizar Gaiman.
Editorial Planeta ha emprendido una edición definitiva de esta obra. Es una ocasión idónea para descubrir (o redescubrir) una de las más sólidas fábulas surgidas en los últimos años. Y para hacerlo, además, en un lujoso formato que mejora el color original y añade tantos extras que cada tomo (serán siete) constituirá una fiesta para el fan.