Por Eugenia Rico.


La Selección española ha acabado con las Dos Españas y ha hecho más por la reconciliación nacional y la unidad de España que todos los discursos, las leyes y los partidos, aunque quizá esto nunca hubiera sido posible sin los discursos, las leyes y los partidos. El triunfo de la selección nos ha devuelto la bandera, una bandera que vuelve a ser de todos los españoles como la de los franceses, la de los americanos. Todos tenemos derecho a la bandera porque es de todos. La selección que llenó las calles de banderas rojo igualdas como si el siete de julio fuera nuestro 14 juillet, la victoria convertida en una fiesta pagana, en un rito dionisiaco con muchachas que enseñan los pechos tatuados con la enseña nacional. Y un equipo en el que se abrazan el capitán del Barça y el del Real Madrid, con lo más granado de los catalanes dirigidos por un entrenador madridista, una selección convertida en rompeolas de todas las Españas, donde se encuentran todos los caminos, que ha inundado con la bandera de España las calles y los pueblos de Cataluña, del País Vasco, de Asturias y de Andalucía por igual. Que ha demostrado que España existe y que el fútbol en su mejor vertiente es un fabuloso integrador de la identidad y la autoestima nacional.  (En su lado oscuro puede ser un cómplice del totalitarismo, pero ahora vivimos en el lado soleado de las cosas). Cuando un equipo gana un Mundial su economía mejora y como me decía un taxista la crisis ha terminado, demostrando de ese modo que la crisis -como la victoria- es un estado del alma y el subidón de autoestima que estamos a punto de recibir puede cambiarla.  La victoria histórica es el mejor símbolo de esta nueva generación de españoles que no ha conocido la penuria ni el pesimismo.  El siete de julio de 2010 con la victoria de una selección española llamada «la Roja», con las banderas  conquistando las calles, con una nueva generación joven acostumbrada a la victoria y no a la derrota, vencido y desarmado el ejército de los pesimistas, la guerra ha definitivamente terminado.