Ligeramente desenfocado
Por Jesús Villaverde Sánchez.
¿Por qué ese título?, retumba en mi cabeza alguna voz que me pregunta. Porque creo que el título que se utilizó para las memorias del fotógrafo Robert Capa es idóneo para resumir la vida de un fotógrafo.
Ligeramente desenfocado, sin más.
Cómo las fotografías del desembarco del propio Capa. Con un ligero desenfoque que, en cambio, no desmerecen para nada la imagen, ya que en ellas no es lo artístico lo que más importa, sino lo documental. Creo que por eso eligió ese título. Porque además de esa característica, la fotografía tiene ese punto de desenfoque que supone a veces un pequeño riesgo.
¿No lo habéis sentido así nunca? Tienes en mente una fotografía desde hace tiempo, tienes todo el equipo preparado, la composición medida, la exposición calculada y todo el orden de cosas pendiente de cómo tú habías planeado ese momento. Sólo falta el último clic y el descender del espejo y apertura y cierre del obturador, en milésimas de segundo, que por un instante se convierten en lo más importante.
Por fin, realizas la fotografía que llevabas tiempo esperando, pero cuando llegas a casa y la descargas en el ordenador (también podría decir que la revelas, aunque esto ya –tristemente- no se lleva), ¡sorpresa!, está ligeramente desenfocada. Se la enseñas a alguien que está cerca de ti en ese momento, para tener algo en qué apoyar tu visión, pero no ve nada extraño. Para él o ella está perfectamente enfocada. El desenfoque es tan ligero que sólo el fotógrafo lo percibe y ya no le gusta tanto esa imagen tan esperada.
Es una cualidad única del ojo fotográfico, el desenfoque. En ocasiones puede resultar una ventaja. Tu mirada se puede centrar en algo que, a ojos de una mirada, llamémosle normal, no se percibe. Y eso puede dar lugar a visiones muy originales de algo muy cotidiano. Pero el problema viene en estos casos, cuando el ojo fotográfico se fija en pequeños detalles técnicos de la instantánea: una esquina en la que una sombra afea la composición, una pequeña rama encima del motivo, o un ligero desenfoque en el motivo central.
Así es la vida. Si algún fotógrafo lee estas líneas, estoy seguro de que entenderá esta curiosidad, e incluso, a lo mejor se siente identificado con ellas. O igual es sólo cosa de algunos, pero creo que la existencia de un fotógrafo se resume en estas dos palabras. Ligeramente desenfocado.
Totalmente cierto -y acertado-. Un abrazo