El ingenioso libertario Lizanote de la Acracia o la conquista de la inocencia, de Jesús Lizano
El ingenioso libertario Lizanote de la Acracia o la conquista de la inocencia
Jesús Lizano
Por Alberto García-Teresa.
Con una coherencia extraordinaria, la obra de Jesús Lizano, que el propio autor califica de «aventura poética», se presenta como uno de los ejercicios más potentes y vitalistas de la poesía española contemporánea.
Realmente es muy complicado realizar una antología de la poesía de Jesús Lizano (cuya «obra reunida» ocupa un volumen de más de 1700 páginas, a la que se deben añadir un par de libros posteriores), pero la selección escogida en este libro cumple perfectamente su cometido, y nos presenta una serie de textos representativos que nos adentran en el particular universo de este irrepetible autor.
Se trata de una poesía torrencial, desmesurada, en cierto modo épica, que desarrolla en cada pieza un concepto claro o variaciones desde un único campo semántico. Así, escribe poemas generalmente extensos, con versos normalmente breves y libres (salvo sus sonetos, de los que se recogen aquí algunas muestras) y en los que consigue una lograda gradación. Busca la claridad expresiva, aunque utiliza una serie de símbolos que se recuperan y amplían en distintos textos.
Lizano se apoya en una sólida propuesta filosófica, que vertebra toda su obra, pues su poesía es una puesta en práctica y propuesta de la misma. Algunos de sus conceptos más importantes y empleados son el «mundo real poético» (intrínsicamente unido a una percepción ética de la acracia, pues el posicionamiento poético es irremediablemente libertario para él, y viceversa: «¿La Revolución? ¡Será poética / o no será!») frente al pragmático mundo real político, el enfoque colectivo de la personalidad (por el cual una persona es una suma de individualidades. Por eso el poeta publicó y se llamó durante varios años como «colectivo Jesús Lizano») y la inocencia como estado de plenitud.
Sobre esta última, desde una gran humildad, plantea la inocencia como motor vital básico, que llega al humanismo y al compañerismo; a la fraternidad con todo lo vivo. La inocencia no es un estado primitivo, sino una etapa final en la evolución que alcanzar («a la conquista de la inocencia», apela constantemente) una vez que la hemos perdido. Supone una fase en el desarrollo ético del individuo desde el cual poder partir hacia la Acracia.
De este modo, nos encontramos ante una poesía social, humanista, atenta al sufrimiento, pero con una gran capacidad lírica para enunciar sus posibilidades, para plasmar el camino hacia la utopía con imágenes sugerentes que unen indignación, ternura y rabia. Así, insiste en la fuerza del cambio ético y social. Es una lírica abierta hacia los demás (dice que la obra del poeta «no es para él sino para los demás»), radicalmente insumisa, intransigente con el Poder, con toda clase de dominio, que manifiesta una mente libre, indomable.
El poeta desarrolla una vinculación panteísta con la naturaleza, pues parte de que los seres humanos debemos recordar que somos, ante todo, mamíferos. Esa comunión hace posible también un hermanamiento con el resto de personas y pone de manifiesto el anhelo vitalista que recorre al poeta. En ese sentido, postula la convivencia pacífica y el antimilitarismo. Así, señala lo antinatural y la unión con la muerte de los políticos profesionales, los burócratas, los juristas, los banqueros. Además, expresa su anticlericalismo y su ateísmo reiteradamente.
Los poemas expresan deseos, anhelos (de ahí la presencia continua de exclamaciones). Se caracterizan por un tono exaltado y la abundancia de repeticiones y estructuras paralelísticas, que ahondan en esa línea de derivación sobre una idea. Además, desarrolla juegos fonéticos, jitanjáforas (algunos poemas sólo buscan esa intención) y rimas constantes e irregulares.
Lizano despliega su mirada hacia el entorno y de ahí extrae sus conclusiones: «todo es profundo y sencillo / si lo miramos no con ojos / racionalistas sino con ojos / poéticos». Así, manifiesta gran extrañeza al contemplar el mundo, precisamente porque aplica una mirada inocente, y de esta forma pone de relieve las contradicciones, las incoherencias y el irracionalismo que ha apartado a las personas de su estado de armonía y comunión («Yo veo mamíferos. / Mamíferos con nombres extrañísimos. / Han olvidado que son mamíferos / y se creen obispos, fontaneros, / lecheros, diputados. ¿Diputados? / Yo veo mamíferos»). Por ese motivo encontramos muchas preguntas retóricas. Sin embargo, a pesar de la esperanza, a veces se cuela cierto escepticismo (como cuando sentencia que «todo el mundo / era un invernadero»).
En esencia, Jesús Lizano alude a una transmutación de la realidad. De esta manera, se recogen enumeraciones continuas de objetos, que se transforman por el nuevo sentido que les otorga el poeta, en consonancia con su filosofía. Exhorta a la rebelión, de forma cotidiana, hablando a personas y objetos para que se sitúen en ese marco transformado, en pos de un nuevo orden, libre y dichoso. Esa subversión puede guardar a veces cierta comicidad (pues integra elementos humorísticos, no en vano, y esas nuevas relaciones pueden llegar a resultar alocadas) e ironía, pero su intención es plenamente revolucionaria.
Por ese motivo, equipara las categorías de poetas y soñadores, y señala «la libertad de sentir / el vuelo del pensamiento / nuestra vida interior / liberada de todo / lo que imponen y mentalizan / los retóricos enloquecidos».
Por otra parte, el libro se complementa con un DVD, que recoge el recital que realizó Lizano el 1 de octubre de 2008 en la sala Ivanow de Barcelona, que muestra toda la potencia del poeta, al cobrar su poesía pleno sentido al ser comunicada.
De esta manera, con esta antología accedemos a un universo extraordinariamente sugerente, subversivamente poético, con una decidida apuesta por el humanismo y la libertad.
El ingenioso libertario Lizanote de la Acracia o la conquista de la inocencia
Jesús Lizano
168 páginas
Virus, 2009
ISBN: 978-84-92559-12-1
www.viruseditorial.net
www.lizania.info