Réquiem por un sueño
Réquiem por un sueño. Hubert Selby Jr. Traducción de Martín Lendínez. Sajalín Editores, 2009. 340 páginas. 20 €.
Los que hace algunos años tuvimos la suerte de leer en Anagrama su libro Última salida para Brooklyn nos hemos venido preguntando durante mucho tiempo cómo era posible que no ya la propia Anagrama sino ninguna otra editorial se lanzara a traducir y a editar en España el resto de sus obras. Por fin estamos de enhorabuena. Réquiem por un sueño es una apuesta arriesgada, que sólo puede acometer una editorial valiente y desprejuiciada como Sajalín Editores. Es una novela llena de nervio que pone otra vez en órbita a Selby Jr., quizá demasiado tiempo después de que se estrenara en España la película homónima de Aronofsky (ha pasado una década). Historia sin concesiones donde Selby Jr. se hurga en las tripas para revelarnos las miserias de la América Profunda, a través de la historia cruzada de una madre enganchada a las anfetaminas y de un hijo convertido en yonki. Si Bukowski demostró con creces controlar el universo de la dipsomanía, aquí Hubert Selby Jr. avaló con suficiencia su control sobre el mundo de la heroína, que llegó a conocer más que bien (durante toda su vida sobrellevó sus dolores por un padecimiento prematuro de tuberculosis y su amenaza perpetua de muerte gracias a las drogas).
Frente a Bukowski, más cervantino, más clásico en su modo de contar, Hubert Selby Jr. es abiertamente gongorino. Pero no nos equivoquemos: estamos hablando de un autor totalmente autodidacta, que arrancó de la calle los argumentos y el propio tono de su obra. Nada de academia, nada de mármol ni de intelectualidad. Decidió dedicarse a escribir porque no valía para otra cosa (su enfermedad, y la extirpación de un pulmón y parte del otro lo convirtieron en un inútil de por vida). Para esto sí que valía. Vaya que sí. Pero su estilo es libérrimo, a veces críptico en su modo de plasmar el flujo de conciencia. Un flujo de conciencia donde Selby Jr. amalgama voces, de la forma que le viene en gana. El resultado es sugerente, musical, y muy vivo. No es, para entendernos, como esos forzados cut-ups de los que era tan amigo Burroughs, y que daban como resultado textos tan farragosos como incomprensibles. Aquí todo se parece más bien a una canción. Una canción que se prolonga durante páginas y páginas, exigiéndonos toda nuestra atención y nuestro aliento. Me maravilla de Selby Jr., sobre todo, su capacidad para remontarse sobre la ponzoña, construyendo imágenes de inmensa altura poética. Es un poeta metido a narrador, pero metido hasta el cuello, con una capacidad para contar con nervio envidiable.
Bukowski y Hubert Selby Jr. vienen a ser, en cierto modo, los dos pilares del realismo sucio americano, con perdón de Carver, al que prefiero situar más bien en el minimalismo literario (sus accesos de sordidez son más contenidos, y siempre bajo el paraguas conceptual de la vida cotidiana y casi siempre miserable del norteamericano medio). Los dos maman de un mismo espíritu, pero en cierta forma son antagonistas en el estilo. Si Bukowski tiene una raíz más clásica, más en la senda de Hemingway, Hubert Selby Jr. es decididamente más barroco y excesivo en el estilo. Los dos son salvajes, pero Hubert Selby Jr. es probablemente más amorfo, más desagradable, y también, quizá, más fiero. Para entendernos: un lienzo de Bukowski estaría más cerca de un Edward Hopper, mientras que un lienzo de Hubert Selby Jr. se parecería más a un dibujo de Robert Crumb.
Parece que la recuperación de Selby Jr. ya no tiene marcha atrás. Me soplan que Ediciones Escalera acaba de publicar en castellano La Habitación, una de sus obras más celebradas. Esperemos que este capricho no sea pasajero, y que esta vez el viejo Selby Jr. venga para quedarse de verdad.
¿como puedo hacerle para comprar este libro de requiem por un sueño?