Two lovers. Un beso, una azotea, un anillo.
Por Víctor E. Blanco.
Joaquin Phoenix (nunca ha estado mejor) es Leonard, un joven con problemas emocionales, que vuelve al hogar de su infancia para reponerse tras un intento de suicidio. Mientras trata de recuperarse bajo la atenta mirada de sus preocupados padres, dos mujeres entrarán en su vida. Vinessa Shaw (una actriz muy a tener en cuenta, encantadora) es la tierna y sencilla Sandra, hija del nuevo socio de su padre. Gwyneth Paltrow es Michelle, todo un misterio para Leonard, una bella y sensual vecina, con aires de mujer inalcanzable y que parece no encajar en el aburrido barrio al que se acaba de mudar. El amor de Leonard se debatirá entre la complicada relación con Michelle y su compromiso con Sandra.
Más allá de la elegante y excelente dirección de James Gray, Two Lovers es una película sorprendentemente concisa sobre la idea de un hombre que conoce a dos mujeres, se enamora de ambas, pero solo puede demostrárselo a una. Una historia poco original digna de cualquier folletín del montón, que cobra en manos del director James Gray (un cruce ansiado entre Francis Ford Coppola y Woody Allen) una carga adicional de complejidad emocional. Un director brillante siempre en la creación de ambientes melancólicos, fatalistas, negros.
En el último acto de Two Lovers, Michelle surge como una sombra a través de un oscuro pasadizo, a la manera en que podría haberse descubierto la Madeleine de Vértigo, y enfrenta a Leonard con su mayor temor. Michelle es la mujer que él desea y, a su vez, la mujer con la que no tiene ninguna posibilidad de futuro. O lo que es lo mismo, Leonard se enfrenta a la ausencia de deseo. Un drama romántico intimista ajeno a las preocupaciones de su tiempo. Es decir, atemporal.
Es un film envolvente, resuelto con sobriedad y que va creciendo lentamente bajo una extraña tranquilidad.
Una película muy, muy entretenida, y conseguida. Me inquietó.