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Oscuro bosque oscuro

Por Guillermo Ortiz.

Oscuro bosque oscuro. Jorge Volpi. Salto de página. Madrid, 2010. 160 página. 15 euros.

El horror, ese gran tema. Desde que existe la narración y el pensamiento existe una reflexión sobre el horror, incluso desde el punto de vista moral. ¿Acaso algunos dioses no se escandalizaban con lo que hacía Aquiles, arrastrando sin piedad a Héctor? En los tiempos modernos, el horror se asocia con su burocracia, es decir, el horror sin más sentido que el cumplir órdenes. Apilar cadáveres. Llámenlo nazismo o estalinismo o como quieran. Llámenlo Auschwitz o llámenlo Gulag.

Llámenlo Kurtz, incluso.

El horror es el desapego, el momento en el que, sin razón alguna más que un extraño sentido del deber, uno se convierte en un asesino. No cualquier asesino, además, un asesino de niños. Un anciano asesino de niños. Esa es la historia de Oscuro bosque oscuro, despiadado libro de Jorge Volpi. Conociendo la trayectoria del mexicano y por el guiño del ilustrador de la portada, podemos pensar que es una crítica al nazismo, pero en el interior no hay referencias claras más que a nombres de claro origen centroeuropeo, que, como todos sabemos, es donde el horror se propaga con más facilidad desde los tiempos del cárpato Vlad hasta los del balcánico Milosevic.

El horror para Jorge Volpi es un oscuro bosque donde los hombres se deshumanizan. No es nada nuevo, el viaje al interior, ya lo he comentado antes, estaba en Conrad y en muchos antes de Conrad. Humanos, demasiado humanos estos veteranos pescadores y panaderos reclutados para defender a su país de no sé sabe qué amenaza externa. Hombres con escrúpulos y sin escrúpulos, atenazados y bravucones. Hombres. Frente a ellos, los niños. Miles de niños que mueren como insectos y aquí seguro que Volpi quería hacer una metáfora menos obvia, pero yo no la he pillado. Prueben ustedes.

El estilo del autor a veces carga. Cansa. Es muy peculiar, con esas frases tan cortas casi formando párrafos y el empeño en repetir cada palabra. Supongo que hay algo de narración oral ahí más que de lirismo. O de las dos cosas. “El oscuro bosque oscuro” y así sucesivamente. Tiene su sentido cuando aprovecha las clásicas narraciones infantiles y las convierte en cualquier otra cosa. Hansel y Gretel cocinados finalmente por la malvada anciana, los niños de Hamelin siguiendo al flautista hasta la muerte.

En otros momentos, agota.

Lo mejor de Volpi es cuando se pone duro, es decir, se deja de lirismos y de cuentos y va al grano; va al horror. La deshumanización, la burocratización del exterminio sigue poniendo los pelos de punta pasen los años que pasen. Colonialismo, fascismo, comunismo, cada uno según sus fantasmas. Oscuro bosque oscuro es un libro irregular, ya digo, pero recomendable. Emocionante en muchas ocasiones. Cruel. A mí me gustan los libros crueles y cuando se desvían de la crueldad me siento tremendamente incómodo.

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