Bitácora de Laila. Buscando su sitio
Por Merche Rodríguez.
Que sigue sin encajar, eso… ¡está claro!. Y es que Laila no es madura. ¡Cómo va a serlo si se está formando!. Entra y sale como un tren de mercancías de cuevas sentimentales, cree que sus compañeras de colegio pueden ser amigas, aunque no Laila no sea humana y sus intentos desesperados por ser una más chocan una y otra vez con pensamientos estereotipados y encajonados en prejuicios de clase y, sobre todo, de raza.
Así que no tiene otra cosa más que bajar la cabeza y asumir sus diferencias. En ello anda para, todavía no lo sabe, cuando las asuma se sentirá bien porque siendo diferente no es un bicho raro, es sólo ella. Y ese planteamiento se lo “chiva” Bárbara G. Rivero bajito al oído, a veces tan bajito que la pobre Laila no se entera.
Pero tienen otras preocupaciones, hay problemas en mundos que no son de este mundo y su edad es sinónimo de travesuras que pueden rozar la gamberrada grave. Anunciábamos problemas en el anterior comentario, ya están aquí. Por no desvelar demasiado de la trama podemos decir que las cuatro amigas se enfrentan a la reina Titania, ejemplo de mala entre las malas. En toda historia que se precie tiene que haber alguien muy bueno y su opuesto, ¿que se note demasiado?. No siempre es lo mejor. A mí me parece que Titania es exageradamente mala y me pregunto ¿tendrá algo que ocultra que la haga ser así?. Leo el libro a la vez que escribo sobre él, así que este aspecto lo desconozco, pero me resulta demasiado mala… ¡hum, no sé qué pensar!.
Les acusan de algo grave, es el desenlace de la parte de más acción y de momento ya hay tres ramificaciones en marcha. Laila y él. Laila y ellas (sus amigas). Laila y las otras (compañeras de clase y rivales, básicamente por ignorancia).