Apenas dos capítulos más…
Por Jara Santamaría.
…y la fantasía ha irrumpido de lleno en Laila Winter. No hemos tenido que esperar mucho para entrar en el mágico reino de Faerie, y por fin ha actuado el libro mágico que tanto misterio encerraba. Lo ha hecho, además, en un momento de máxima tensión tras la aparición de la bellísima aspirante a madrastra que, como no podía ser de otra manera, no le inspira ninguna simpatía a la protagonista.
Celosa y enfadada, Laila sólo quiere escapar. Es entonces el momento idóneo para que el libro se ilumine y forme una puerta que finalmente arrastre a la muchacha a un nuevo mundo, en una caída digna de Alicia en el país de las maravillas.
¿Y qué es lo primero que encuentra al llegar? Cinco soles, hierba dorada y… ¡hadas! Hadas minúsculas que pronto sabremos que son conocidas como Pixis, que hacen creer a la escéptica Laila que se encuentra inmersa en un sueño. Porque, como cabezota que ha demostrado ser en diversas ocasiones, está firmemente convencida de que las hadas no existen.
Pero esas no serán las únicas criaturas que la harán vacilar en sus convicciones, sino que se encontrará en su camino a tres chicas de su propio colegio, que se pasean tranquilamente luciendo unas grandes alas. Ellas no son, en absoluto, hospitalarias, pero subestiman el poder que Laila Winter esconde aún sin ella misma conocerlo. Aún sin que nosotros sepamos de sus dimensiones.