Los más jóvenes
En pleno debate político y social por la ampliación de la edad de jubilación, mi amigo Recaredo Veredas me pide una colaboración periódica para la sección de los más jóvenes. Y yo, entusiasmado, amigo de coleccionar libros de autores como Ernesto Méndez Luengo, Juan Farias o Andre Pieyre de Mandiargues, contesto que sí sin concederme cinco minutos de reflexión. Ahora, pasadas un par de semanas, y con el sosiego que da el estar sentado un lunes en pijama delante del ordenador, entiendo la razón de la petición de Recaredo y también mi vertiginosa respuesta. ¿Acaso hay mucha diferencia entre rescatar autores descatalogados de las estanterías de las librerías de viejo y a jóvenes autores de la avalancha de títulos con que nos abruma todos las semanas el mundo editorial?
Pero antes de empezar a hablar de ellos, permitidme que me haga una pregunta preliminar: ¿qué debemos entender por juventud en el mundo de la literatura?
Si me atengo a lo que percibo de la lectura de revistas y suplementos culturales, ésta estaría representada por la franja de edad entre los cero y los sesenta y muchos años. Edad indefinida cuyos integrantes, muertos o postrados en la cama de los representantes de la generación anterior, empiezan a ser merecedores de alguno esos premios que reconocen la obra de una vida, estilo Nacional de las Letras, Reina Sofía, Cervantes, etc. Bueno, estoy exagerando. Pero si seguimos por este camino, no sería descabellado que de aquí a diez años, Andres Neuman y Isaac Rosa siguieran siendo jóvenes promesas a quienes habría que seguir leyendo. Vuelvo a exagerar: ambos ya están plenamente consolidados. Pero sigamos.
Lógicamente, el mundo de las letras no es ajeno a los cambios que se producen en nuestra sociedad, y si las administraciones públicas españolas están alargando hasta el sonrojo el concepto de juventud, es lógico que el mundo cultural también lo haga. A medida que la esperanza de vida aumenta y la preparación de las nuevas generaciones para tomar las riendas de una sociedad cada vez más compleja implica una mayor inversión de tiempo y paciencia, es lógico que el concepto de juventud se amplíe. Lo que lo que no me parece lógico es que escritores como Agustín Fernández Mallo o Vicente Luis Mora, ya entrados en la cuarentena o casi, sigan siendo considerados, independientemente de lo novedosas o no que sean sus propuestas, jóvenes.
Pero tampoco quiero hablar de ellos. Quiero hablar de autores mucho más jóvenes, de autores que, pese a tener la edad en que Vargas Llosa escribió La ciudad y los perros o Canetti Auto de Fe, aún no han dado más que sus primeros pasos en el mundo editorial español. En concreto, todos aquellos autores que aún no han cumplido los treinta años, y que, salvo excepciones, no han podido asomar la cabeza en las más importantes revistas y suplementos culturales españoles, ni en las mesas de novedades de las mejores librerías.
¿Y cuales son estos jóvenes? Buena pregunta. Yo me la hice nada más decidirme por escribir única y exclusivamente sobre autores menores de treinta años, y la verdad es que me sentía incapaz de ir demasiado lejos. Sólo un nombre se me ocurrió: Aixa de la Cruz. Una escritora nacida en 1988 y que acaba de publicar una novela en 451, De música ligera, muy alabada por Rafael Reig hace unas semanas en el suplemento cultural del ABC.
Poco después, gracias a la ayuda de un par de amigos, he podido reunir algunos nombres más: Matías Candeira, un joven cuentista madrileño que tiene en su haber muchísimos premios literarios y un libro publicado en Tropo (La soledad de los ventrílocuos, 2009); Daniel Gascón, un zaragozano del 81 que ha publicado un par de libros en Xordica y que, según la Wikipedia, tuvo el privilegio de conocer a Sebald en la Universidad de Norwich; Aloma Rodríguez, otra escritora zaragozana que ha debutado en Xordica con la novela París Tres; y, por último, Guillermo Aguirre, un bilbaíno que acaba de ganar el XV Premio Lengua de Trapo de novela con Electrónica para Clara.
Y aquí termino. Y es que no me gusta hablar de autores cuyos libros no he leído. Mientras los leo y busco a nuevos autores, reflexionaré sobre la alarmante ausencia de autores menores de treinta años en los catálogos de las principales editoriales. Si saco algo en claro, os lo cuento.
Estoy pensando que deberían recomendar en esta sección la lectura de «La prisión de los espejos», de Rafael Martín Masot, creo que en juventud le ganan pocos y esta es ya su tercera novela.
Se puede acceder al primer capítulo desde: http://www.bailedelsol.org/editables/colecciones_include.php?sec=colecciones/colecciones_narrativa_001.php#m110
Fue presentada en Granada en pasado 8 de abril (http://www.facebook.com/notes/baile-del-sol/bromas-aparte-martin-masot-contagio-al-auditorio-su-entusiasmo-por-la-creacion-l/384936862887) de la que el propia autor, con su inagotable sentido del humor, da cumplida cuenta en su web (http://www.rafaelmartinmasot.com/Novedades.html).
Gracias y que lo disfruten.
Rafael Martín Masot. Tres novelas publicadas. La primera con 14 años. No he leído la última, pero las dos anteriores no tienen nada que envidiar a las de los mejores escritores contemporáneos.
Martín Masot es el autor que falta en tu estupendo artículo.