Falafel como me gusta a mí

Por Nina Maguid

Quienes opinan que la cocina vegana es sosa o aburrida, seguramente no han probado los falafel.

No me refiero a esos buñuelitos de garbanzos cocidos que se suelen despachar por falafel, y tampoco a las minihamburguesas semiindustriales de los bares paquistaníes, que no están mal pero no tienen lo mejor del verdadero falafel recién hecho: la corteza bien crujiente y el interior jugoso, blando y sabroso.

Como todo plato popular, es barato y fácil. Tal vez hagan falta algunas pruebas para perfeccionarlos, pero en todos los casos serán deliciosos. Allá vamos.

 

Necesitamos:

  • 2 tazas de garbanzos crudos remojados 4 horas como mínimo (medidos ya remojados)
  • 1 cebolla mediana en trozos
  • 2 dientes de ajo triturados
  • 3 cucharadas de hojas de perejil (o parte de perejil y parte de cilantro)
  • 2 cucharaditas de cominos molidos
  • 1 cucharada (o más) de harina común
  • 1 cucharadita de levadura de repostería 
  • sal a voluntad
  • Aceite para freír

 

 

Preparación:

 

  1. Escurrir muy bien los garbanzos.
  2. Poner todos los ingredientes menos la levadura en un robot y triturar, si es posible con movimiento intermitente, hasta obtener una arenilla gruesa. No debe quedar una pasta porque entonces los falafel resultarían secos.


 

  1. Aproximadamente, el punto de molienda se reconoce cuando, al aplastarla con una espátula, la mezcla se compacta (parte izquierda de la foto siguiente).

  1. Dejar un rato en reposo.
  2. Añadir la levadura y mezclar bien.
  3. Moldear las bolitas: mojarse las manos, sacar una cucharada de masa, ponerla en la palma de una mano y apretarla bien para escurrir el agua, pasarla a la otra mano y apretar, por último hacerla rodar entre las palmas para obtener una bolita del tamaño aproximado de una nuez grande. Continuar así hasta acabar toda la masa.

Atención: si la masa no se moldea porque está demasiado húmeda, hay dos soluciones: una es envolverla en un paño de cocina y retorcer las puntas hasta quitarle toda el agua posible, la otra es añadir más harina. La primera es la ideal porque un exceso de harina hace que los falafel queden secos. La regla aproximada sería: si está muy húmeda, quitarle el agua con un paño; si poco, añadir 1-2 cucharadas de harina, pero no más.
Atención bis: no es necesario que las bolitas queden muy compactas, solamente lo necesario para que se puedan moldear. Si se ven algo flojas no importa, con el calor quedarán firmes.

  1. Freír los falafel en aceite profundo a temperatura no demasiado alta para que se hagan bien por dentro. Lo mejor es ponerlos con el aceite caliente, bajar un poco la temperatura para que se terminen de cocinar y subirla otra vez para que se doren.

 

Sugerencias de servicio:

  • A la manera de los bares paquistaníes, con pan pita, rodajitas de zanahoria hervida, cebolla frita, ajo frito y salsa de tomate. Se sirve todo por separado y que cada cual se lo monte como quiera (esta combinación de garbanzo y pan tiene proteínas completas y de excelente calidad).
  • Emplatados con una ensalada verde y salsa de tahina.
  • Un poco más pequeños como aperitivos.

 

Salsa de Tahina: poner en la batidora 1 taza de tahina, 2 dientes de ajo, el zumo de 1 o 2 limones y sal. Batir mientras se va añadiendo agua fría hasta obtener una salsa ligera (más o menos media taza). Guardar en el frigo hasta el momento de usar.

La tahina (tahine, tahin) es una pasta de sésamo que se vende en herbolarios y en tiendas paquistaníes.

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