Eugene Ionesco, de La sumisión a la certeza de que el Porvenir está en los huevos
Horacio Otheguy Riveira.
Morfeo es el dios de los sueños en la mitología griega, y entre la gente de teatro y los que siguen de cerca este arte, el nombre de una gran Compañía volcada en el arte escénico con el afán de convertir en realidad sus sueños más preciados, los textos y las experiencias que más les emocionan: Morfeo. Teatro de Sátira y Pasión. Su director es Francisco Negro, aquí adaptador, director y uno de los actores. Ha fusionado una pieza de 1951 con otra de 1971: la comunión funciona en un marco de farsa de principio a fin, por la que e desarrolla con cáustico humor la agonía de una familia ante un hijo díscolo que no cumple las normas elementales de la gente decente. Primero ya no le gustan las lentejas con chorizo, después se niega a casar con una noviecita linda porque la quiere fea, así que le demuestran que la muchacha en realidad es feísima, con nada menos que tres narices. Entonces empieza un romance muy raro…
Y paro de contar porque lo que de verdad importa en esta Sumisión con Porvenir es la representación de una rebelión que intenta ser ahogada por todos los medios, cuanto más disparatados mejor, al servicio de un sistema que reclama obediencia ciega. Parábola de la vida socio-familiar conocida en tiempos de Ionesco y hoy aumentada en su ambición productiva.
La puesta en escena de la Compañía Morfeo aporta una mirada satírica potente e incide en una farsa despiadada, en la que hecho en falta algunas transiciones más sutiles. Sin duda, tiene hallazgos muy notables a lo largo de la función, tanto en los específicos aportes de la adaptación al castellano, y su dirección, como en la interpretación de todos —con una muy divertida y matizada expresión corporal—, si bien sobresalen los dobles papeles a cargo de Mamen Godoy (padre y madre de la novia) y Santiago Nogués (abuela y abuelo del novio): ambos realizan un espléndido despliegue de cualidades actorales.
Ionesco y el absurdo
Cuando a Ionesco (Rumania, 1909-Francia, 1994) se le comentaba que en las enciclopedias figuraba como padre del Teatro del absurdo, sonreía: «¿Absurdo? Fíjese bien alrededor, y dígame si lo que se considera realismo o incluso naturalismo no parece disparatado, es decir absurdo. La etiqueta vale y valdrá para que los historiadores se diviertan, pero a mí no me causa gracia. El otro día asistí a una representación de La cantante calva y la gente se partía de risa. Creo que pasa como en tiempos de Molière: el público se ríe de los otros sin reconocerse a sí mismo en su vida cotidiana…».
El estudioso hijo de rumano y francesa, universitario en su país natal y luego trabajador incansable en el mundo editorial francés, fue un innovador en el texto dramático, fusionando géneros y técnicas con la ambición de entregar a los demás su mirada sobre una sociedad estratificada, profundamente dramática, con un toque grotesco que aumentaba lo que ya había descubierto Luigi Pirandello en los años 20-30: el ser humano resulta grotesco a tal punto que su deformidad da risa, a fuerza de resultar insoportable. Con esta carga y su prolífica producción en obras breves y extensas, así como ensayos y algunas novelas participó intensamente de la vida teatral del mundo europeo y latinoamericano, y fue ampliamente galardonado en Francia, que se le consideró uno más de la amplia vida cultural, Academia incluida.
De: Eugène Ionesco
Adaptación y dirección: Francisco Negro
Intérpretes:
Felipe Santiago (Jacobo)
Mayte Bona (Madre)
Francisco Negro (Padre)
Santiago Nogués (Abuelo y Abuela)
Mamen Godoy (Suegro y Suegra)
Carolina Bona (Roberta)
Diseño de vestuario y caracterización Mayte Bona
Diseño de espacio escénico Regue Fernández Mateos
Diseño de iluminación José Antonio Tirado ‘Pachi’
Ayudante de dirección Patricia Díez-Labín
Una producción de Morfeo Teatro en colaboración con Teatro Principal de Burgos, Teatro
Victoria Eugenia de Donostia y Junta de Castilla y León.
NAVES DEL ESPAÑOL EN MATADERO HASTA EL 15 DE ENERO
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