Por Teresa Suárez.

Un tándem hombre-mujer para escribir la historia (Lorenzo Silva y Noemí Trujillo) y otro para protagonizarla: Sonia Ruiz, regordeta y una talla cien de sujetador y Pau, su pareja, trece años menor.

Cuando te enfrentas a una novela escrita a cuatro manos (técnica pianística en la que dos intérpretes tocan en un mismo instrumento), apenas eres consciente, pero te pasas todo el tiempo intentando averiguar qué situación, característica o personaje, se debe a la metafórica pluma de cada autor.

Entre escritores y lector, sin pretenderlo, se establece un juego interactivo en el que, parafraseando un famoso eslogan de productos higiénicos femeninos, los primeros buscan que no se note, es decir ser uno, y el lector busca que traspase, es decir separar la paja del trigo.

¿Que cómo va mi investigación? Pues en la presentación del rol de la mujer como cuidadora dentro del hogar (Había empeorado todo con su madre y ella era su única hija: tenía que atenderla. Ser hijo es una responsabilidad, también) y del comportamiento sexual oficial que sigue condenando su promiscuidad (“Pero, ¿que te creías Sonia? ¿Que follar con alguien a quien no conoces de nada puede tener cero consecuencias?), me ha parecido detectar un añejo tono aleccionador que, no me pregunten por qué, achaco  a la parte femenina del cóctel.

Para tratarse de tan solo ciento cuarenta y siete páginas, encuentro excesivo, y algo cansino la verdad, la cantidad de veces que se menciona, entre otros muchos escritores y cantantes, a Bukowski (arrebatado, excesivo, maldito) y Robe Iniesta (líder de la banda Extremoduro, cuya música, lo confieso, nunca he escuchado), puede que buscando que esas citas impriman a la historia un marchamo de realismo sucio que, a mi entender, está lejos de conseguir.

Al igual que la corriente artística y literaria mencionada, esta novela de barrio, noir de extrarradio que llega por cercana, intenta describir los ambientes urbanos, las dificultades para encontrar trabajo de jóvenes sobradamente preparados, los abusos que se dan en el actual mercado laboral y las relaciones familiares, de una manera cruda y nada idealizada, sí, pero rezuma un cierto toque ingenuo e infantil que anula toda posibilidad de sordidez y resta credibilidad al conjunto.

A mi, particularmente, hay dos cosas que me cabrean bastante. La primera, que una mujer que jamás ha sufrido ningún tipo de agresión violenta, cuya única relación con el mundo criminal, entre comillas, se debe a un trabajo esporádico como becaria de un detective privado que la contrató por joven y guapa, frente a un sicario que no deja de apuntarle en la sien con una pistola, logre mantener la calma simplemente diciéndose a sí misma que los violadores actúan de otra manera… ¡Pero cómo coño puede saberlo si nunca ha conocido a ninguno, nunca ha sido victima de una violación ni nunca ha investigado un delito de ese tipo ni de ningún otro!

La segunda, que me enfada aún más, es esta afirmación:”Las dos veces que había hablado cara a cara con Eloy, no le había parecido un maltratador. No sabía precisar muy bien que le había parecido, un hombre viejo y cansado de la vida, pero no parecía en absoluto un maltratador”. Uno de los principales problemas que impiden acabar con la violencia machista son los estereotipos persistentes que se empeñan en asegurar que solo afecta a mujeres pertenecientes a un determinado estrato social y económico, cosa que no es cierta, y que los maltratadores responden a un perfil concreto claramente identificable, cosa menos cierta todavía pues, en su mayoría, son individuos que se comportan de manera educada y amable con todo el mundo excepto con su víctima.

Se trata de ficción, lo sé, pero creo que determinados problemas no solo exigen su denuncia sino, y sobre todo, un tratamiento responsable, especialmente en medios que, como ocurre con la novela negra, aglutinan a un gran número de seguidores.

Resumiendo, creo que Nada sucio, primera entrega de esta pionera experiencia denominada SeisDoble que propone la editorial palentina MenosCuarto Ediciones (un escritor inicia una serie policiaca que otros continuarán y enriquecerán respetando, eso sí, lo aportado por los anteriores), es un bosquejo interesante, aunque imperfecto, que los siguientes en tomar el testigo tendrán que pulir si quieren enganchar al público.