El diablo se esconde en los detalles
Por Daniel Bernal Suárez. @danielbersua
El diablo se esconde en los detalles. Yurena González Herrera. Escritura entre las nubes. 2016.
En El diablo se esconde en los detalles hay un juego que el narrador entablará con los lectores que se asomarán y serán partícipes de estas microcrueldades, testigos mudos de sus ejecuciones. Pero ser testigo puede ser cosa terrible, asistir al suceso homicida nos hace partícipes de la maldad que pulula en cada recodo.
Yurena González Herrera tematiza el propio hecho de ser testigo; así procede en el microrrelato que abre el volumen, «Matar a una ciudad», donde asistiremos al reconocimiento de una realidad encubierta en primera instancia. Este texto implica el primer escalón en una serie de complicidades con episodios anómalos: desde los testigos a los vigilantes, desde los familiares a los vecinos modélicos, desde lo que aparece como tierno o amable, hasta lo que esconden los objetos de nuestro mundo cotidiano, se evidencia en todos ellos el fingimiento o el desvío. Por estas páginas, además, desfila una cohorte variopinta de personajes: supervivientes de guerras, mendigos, niños extraños, policías que odian, criminales en serie, forenses obsesivos, brujas y fantasmas.
En El diablo se esconde en los detalles encontraremos juegos con el lenguaje (con giros verbales que soportan toda la tensión del texto como en «El violinista»), frecuentes referencias intertextuales al mundo audiovisual (a la serie Twin Peaks, o a películas como El resplandor, Blade Runner o Jumper), micros que se adscriben a series en las que cada uno aporta una pieza para interpretar el mismo hecho desde perspectivas distintas. Numerosos relatos nos muestran a narradores en primera persona, protagonistas y testigos, o víctimas potenciales. Esto produce un acercamiento del lector a lo narrado: dada la brevedad de los propios textos, no hay tiempo para un discurrir que ayude a intercalar pormenores. En cambio, la frecuente utilización de narradores cómplices contribuye a que la propia narración simule un fragmento de diálogo con el lector que, de inmediato, se siente interpelado e inmiscuido en los hechos. Asimismo, Yurena González Herrera pone en juego la elusión de elementos informativos que, acompañada de una formulación cuasi poética, crean microficciones de una gran densidad metafórica, con finales abiertos al vértigo de las posibilidades. Ambas formas de narrar cohabitan en este volumen.
Hay narraciones con un carácter más realista y otras de corte fantástico. La insinuación de lo fantástico aflora en «La ley del silencio», donde soterramiento y disimulo colectivo se reparten entre la población de una localidad temerosa. El tema del doble es abordado en varias ficciones desde distintos ángulos; en «Doppelgänger» hay una curiosa tonalidad kafkiana. Muchos de los microrrelatos que tocan el horror desde lo sobrenatural siguen un dispositivo de sugerencias: no se trata, parece decirnos la autora, de enseñar el rostro de lo monstruoso o de la ignominia, sino de indicar veladamente su presencia y el subsiguiente estado de miedo que genera. Se incurre, pues, en el arte de la prestidigitación con sensaciones y ambientes. Una de las grandes referencias de la autora en cuanto a lo fantástico es Lovecraft, de quien bebe en la creación de ciertas atmósferas. Le rinde un homenaje explícito en «Love of craft».
Por el libro pululan seres que disfrazan, tras una superficie de normalidad o de éxito, las ansias violentas o la avidez por la sangre. El arco de estos personajes va desde un tirano hasta una estrella cinematográfica. La tendencia al enmascaramiento se desarrolla gracias al antifaz de normalidad que adquieren muchos de estos personajes: de ahí la dificultad de detectar su verdadera naturaleza, que solo se atisba a través de los pequeños detalles.
El diablo se esconde en los detalles apuntaría, pues, tanto a una exploración de los múltiples mecanismos en los que la maldad se manifiesta (crueldad, tortura, asesinato, odio, rechazo, vejación), como a un desvelamiento de los distintos roles que cada sujeto asume en la sociedad. Este volumen de microrrelatos nos lleva a contemplar el lado ominoso de ese pequeño teatro que es nuestro mundo.