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Excursos, José Manuel Camacho

excursosExcursos

José Manuel Camacho

La Isla de Siltolá

Sevilla 2015

 

Por Agustín Calvo Galán

 

El aforismo, ese híbrido entre pensamiento breve y poema, tiene un difícil encaja en las ediciones al uso de poesía o de ensayo. Sin embargo, la editorial sevillana La Isla de Siltolá cuenta con una colección dedicada al aforismo donde han podido publicar sus máximas poetas como José Luis Morante, León Molina, Elías Moro o la malagueña Isabel Bono. El octavo volumen de esta colección corresponde a Excursos del poeta onubense José Manuel Camacho Vázquez, quien ya publicó en el 2011 en la misma editorial su primer libro, Invitación al lago, una interesante mirada al paisaje desde una poesía intimista.

Excursos es, por tanto, un libro de aforismos, pero no solo de aforismo, pues Camacho se mueve desde el pensamiento breve, constituido por una sola frase, hasta el párrafo más largo, ensancho las fronteras del género y concatenando ideas para crear, siempre desde la exigencia creativa de que lo expresado no se quede en mera ocurrencia, sino que el pensamiento se imponga e imponga la forma que mejor lo haga inteligible.

Otras de las curiosidades de Excursos es su temática, o mejor dicho, la variedad de sus temas. En la primera parte, llamada “Ordalías”, nos encontramos ante reflexiones alrededor a la divinidad o el hecho religioso, y comienza con una pregunta sin respuesta: ¿De qué se me acusa? (pág. 13) que nos recuerda al bíblico Libro de Job; y continúa con una serie de sentencias en las que la frontera entre la creencia y la no creencia forma reflexiones que nos llevan a cuestionar esa misma frontera:

 

“Dios tiene el tamaño de nuestra ignorancia” (pág. 25)

 

Los siguientes apartados del libro nos muestran el pensamiento y, cómo no, los intereses del autor, ­–siempre con unas gotas de sabia ironía, con cierto sabor agridulce, y gran claridad expresiva–, que van desde cuestiones meramente filosóficas, o de corrientes filosóficas, pasando por temas como el hombre moderno o la literatura; y, más concretamente, las meditaciones del autor sobre su propia obra:

 

“Podría decirse que escribo para ahuyentar la posibilidad de llevar un diario” (pág. 94)

 

Así como sobre el propio género de los aforismos que, de la mano de José Manuel Camacho se convierte, en esta época nuestra de ociosidad trivial y de fast food intelectual, en un remanso sin aseveraciones, que permite a nuestros propios pensamientos tomar forma y continuar amplificando el sentido de estos excelentes Excursos.

 

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