Victor Hugo y Esmeralda
Por Silvia Pato @SilviaP3
Seguramente, Esmeralda es uno de esos personajes que forma parte del imaginario colectivo de forma tal que su verdadera esencia ha quedado completamente desvirtuada, acusándola de mujer fatal, en aras de cierta postura hacia la figura femenina, alimentada por la censura que Nuestra Señora de París, obra que protagoniza, sufrió.
Junto con Los miserables, la otra gran novela de su autor, Victor Hugo, la historia protagonizada por Esmeralda fue incluida, en el Índice de los Libros Prohibidos. La Iglesia Católica la tildaba de amoral, sexual y sin rigor histórico.
Cuenta la leyenda que Hugo, cuya azarosa vida daría para varias temporadas de una serie de televisión, se inspiró en una española para crear a Esmeralda.
Cuando el escritor era un muchacho, entre 1811 y 1813, estuvo viviendo en España con su madre y sus hermanos, siguiendo los pasos de su padre, que era militar; aunque poco tiempo después regresaron a Francia.
Mientras estuvo en estas tierras, tuvo un idilio con una joven llamada Pepita, que fue, quién se lo iba a decir a ella, en la que el romántico se inspiró, unos cuantos años después, para crear el personaje femenino central de Nuestra Señora de París.
En 1816, Hugo comenzó a escribir. Durante unos años, publicó artículos, dramas y poemas con notable aceptación. El 15 de noviembre de 1828, firmó con el editor Charles Grossin un contrato en el que se incluían: Les orientales, la reimpresión de Bug Jargal, El último día de un condenado a muerte y Nuestra Señora de París.
La novela de Esmeralda tenía fecha de entrega: el 15 de abril de 1829. Nada más y nada menos que seis meses. Obviamente, no le llegaron. La historia crecía y crecía, a través de la fatalidad de sus protagonistas y la pasión por la arquitectura y el arte en sus párrafos, mientras Hugo se retrasaba en su entrega, así que le pidió a su editor que le ampliara el plazo. Por si esto fuera poco, le comunicó que, en vez de los dos volúmenes acordados, iban a tener que publicar tres, porque la novela seguía creciendo más allá de lo que su autor había imaginado. Grossin se negó. Por ese motivo, la primera edición de Nuestra Señora de París apareció sin tres de los capítulos que la conforman.
Así las cosas, el 15 de enero de 1831, Hugo llegó al final de la historia, que vería la luz el 16 de marzo. Las críticas y opiniones fueron numerosas. El romántico Goethe sentenció:
¡Es el libro más abominable que se ha escrito nunca!
Un año después, en la edición de Renduel, Nuestra Señora de París apareció completa, incluyendo esos tres capítulos que le habían amputado. Y en 1833, se publicó la edición inglesa, traducida por Frederic Schoberl, que decidió cambiar el título por el de The Hunchback of Notre Dame, de ahí que también conozcamos la novela como El jorobado de Notre Dame. La traducción al español vería la luz, en 1836, de la mano de Eugenio de Ochoa. Ese mismo año, la música también cayó subyugada ante esta historia. Hugo escribió el libreto La Esmeralda para la ópera de Louise Bertin. El estreno, no obstante, fue un fracaso y, en la actualidad, no es precisamente una de las óperas más representadas. No sucedió lo mismo con la obra de ballet La Esmeralda, creada por Jules Perrot, estrenada en 1844, y que sigue representándose en la actualidad.
Desde entonces, numerosas han sido las obras realizadas tomando como inspiración este clásico de la Literatura. Cabe destacar, entre todas ellas, el musical francés Notre Dame de Paris (1998), una de las mejores adaptaciones musicales de una novela que se pueda disfrutar, en su versión original francesa, y que entró en el Libro Guiness de los Records como el musical de mayor éxito en su primer año de representación.
Sin duda, Hugo nunca imaginó que Esmeralda bailaría hasta el fin de los tiempos.
FUENTE: Nuestra Señora de París. Editorial Edelvives
MÁS INFORMACIÓN: Donizetti Society, Cervantes Virtual