Últimas noticias de la escritura, de Sergio Chejefc
Por Pedro Pujante.
SERGIO CHEJFEC
JEKYLL & JILL, 2015
Si por algo se caracteriza la obra narrativa del argentino Sergio Chejfec –Mis dos mundos, La experiencia dramática, por citar algún ejemplo- es por esa imbricación entre relato y proceso escritural. De hecho, sus novelas son ejercicios en los que el narrador se muestra consciente de su propia actividad. Un viaje, en ocasiones, es el hilo conductor por el que deambula Chejfec hilvanando ideas, proyectos, ocurrencias, reflexiones. Aquí, el viaje es más bien sustituido por la propia reflexión metaescritural.
En este breve pero intenso ensayo, dedicado en exclusiva a anotar reflexiones acerca de la escritura, también apreciamos esa constante chejfequiana: la de construir un discurso, esta vez más teórico, puro y concreto, en torno al proceso escritural.
Chejfec indaga en varias direcciones pero sin perder de vista un asunto clave: la condición de la escritura. Dedica muchas y exhaustivas páginas a la relación entre escritura manual y digital. Son bastante copiosas las notas que tratan de dilucidar un asunto en el que pocas veces reparamos lectores ni escritores: el texto como objeto con presencia física, la escritura como acto tangible y el veloz y radical cambio que el paradigma digital, en gran medida, ha ocasionado en nuestra forma de establecer una dialéctica con él.
El motor de arranque de Últimas noticias de la escritura es una libreta que actúa como fetiche para Chejfec. De hecho, al inicio leemos, no sin detectar cierta ironía: ‘Este libro puede ser leído como la historia de una libreta.’
Son de sumo interés las cuestiones que aquí se plantean. Chejfec rastrea esa fragilidad, esa provisionalidad que parece emanar del propio acto de escribir. ¿Es la escritura (manual) un acto natural con vocación de permanecer para siempre? Y si lo es, ¿en qué lugar queda la escritura digital? Porque quizá, como bien intuye Chejfec, no esté tan claro qué tipo de escritura es más indeleble. El manuscrito –emblema canónico de lo imperecedero- ha pasado a ser un artilugio de restricción académica o artística. Sus hojas, a la postre, son caducas y es a través de sus versiones digitalizadas como de algún modo se perpetúa el contenido de dicho texto. Pero este mundo de escritura digital es también paradójico, porque si bien nos resulta de una omnipresencia inquietante, qué duda cabe de su volatilidad, de su carácter ‘abstracto’, no palpable. Sin contar esa falta de materialidad de la que es despojado el acto escritural. Ese nervio que se imprime en la manuscritura, los borrones, el olor de la tinta y el tacto del papel.
Otras cuantas páginas las dedica Chejfec a explora el asunto de la originalidad y las fronteras del arte. La copia como reproducción mecánica, como trabajo de interiorización de formas, (en su caso, se dedicó a copiar textos de Kafka, como una suerte de revivificación del espíritu del autor checo). La copia como actividad de carácter artístico, como reflexión paradigmática del propio objeto literario. Para ello, nos recuerda algunos casos de marchamo pierremenardiano como las performances de Tim Youd, quien se ha dedicado a copiar obras célebres de la literatura universal en una sola página, provocando un emborronado de tinta que condensa, aunque de manera ilegible pero simbólica, la obra completa del autor transcrito.
Respecto a las relaciones que establece la escritura con las redes, es curioso el trabajo de Carlos Gradin, conjunto de prosas y poemas que responden a un principio de construcción basado en búsquedas en Google.
En este libro el lector no solo habrá de pasear por una serie de interesantes y muy pertinentes reflexiones sobre la condición de la escritura. También obtendrá una gran cantidad de instancias curiosas, referencias a autores y artistas que han captado la atención de Chejfec, quien aquí las ha traído como soporte para sus argumentos, siempre pausados y muy agudos, que no buscan la exaltación de lo novedoso, pero que no obstante logran destacar por su originalidad y su vigor intelectual, y así, logra hacernos disfrutar doblemente: como investigación, y como narración de la investigación.
Leer a Sergio Chejfec es navegar por los meandros propios del universo proteico la escritura, que es lo mismo que perderse en el propio texto sin salir de él.