Amelia B. Edwards: la primera egiptóloga
Por Silvia Pato
La escritora británica Amelia Ann Blandford Edwards (1831-1892) fue una de las primeras egiptólogas.
Desde pequeña, Amelia demostró poseer habilidad para la música, la literatura y la pintura. Y aunque su familia estaba empecinada en encaminar sus pasos hacia la ópera, la niña ya había escogido la literatura entre todas sus preferencias. Su carrera literaria comenzó a los siete años, cuando publicó su primer poema. Un lustro después, aparecería su primer relato. Desde entonces, serían publicadas sus historias, artículos y poesías en las revistas de la época.
Aunque su primeras novelas, My Brother’s Wife (1855) y Barbara’s History (1864), donde aborda el tema de la bigamia, tuvieron muy buena acogida por el público, entre muchas otras que publicó, el éxito le llegó con Lord Brackenbury (1880), con la que se alcanzaron quince ediciones.
Con 24 años, Amelia era una mujer independiente económicamente que vivía de lo que escribía. Seis años después, cuando fallecieron sus padres, partió a recorrer los Dolomitas con su amiga Lucy Renshaw (1833-1913), que muchos consideran que era su pareja. De aquella escapada, surgió su primer libro de viajes: Untrodden Peaks and Unfrequented Valleys (1873). Después, decidieron irse a Egipto.
Las viajeras llegaron a El Cairo el 29 de noviembre de 1873. El país cautivó a Amelia. Permanecieron en Abu Simbel varias semanas, donde la escritora realizó una excavación improvisada, en la que descubrió un santuario que llevaría su nombre. Cuando regresaron a su país natal, narró su viaje por el Nilo en A Thousand Miles up the Nile (1876). El libro contaba además con las ilustraciones que la propia autora había realizado durante aquel recorrido.
El estado de abandono de los monumentos egipcios preocupó desde el primer momento a la escritora. Por ello, en 1882, creó la Egypt Exploration Fund (denominada en la actualidad Egypt Exploration Society) con Reginald Stuart Poole, conservador del Departamento de Monedas y Medallas del Museo Británico. Ella sería la Secretaria Honorífica de la fundación hasta el momento de su muerte. Curiosamente, algunos egiptólogos ingleses se mostraron contrarios a este proyecto ideado por Amelia. Sin embargo, contó con el apoyo del poeta Robert Browning y Sir Henry Layard, el descubridor de Nínive, entre otros.
Quien primero aportó fondos económicos para esta sociedad fue el cirujano Erasmus Wilson, quien ya había costeado el traslado del obelisco de Tutmosis III, conocido como la Aguja de Cleopatra, desde Egipto hasta Londres. El obelisco había sido un regalo del rey egipcio Mohamed Ali a Inglaterra en 1819, pero el gobierno no había sufragado los gastos de su traslado. Fue Wilson quien pagó las diez mil libras que costaba el transporte. Resulta curioso descubrir que el barco que transportaba la famosa Aguja quedó a la deriva en una fuerte tormenta en el Golfo de Vizcaya, hasta que dieron con él unos pescadores españoles y fue llevado a Ferrol para reparar el cilindro metálico que la contenía.
Centrada en la egiptología, la carrera literaria de Amelia pasó a un segundo plano. Colaboró en la redacción de la novena edición de la Enciclopedia Británica respecto a este tema y se embarcó en una gira de más de cien conferencias por Estados Unidos, con finalidad divulgativa, que luego tomarían forma de libro en Pharaohs, Fellahs, and Explorers.
Cuando Amelia falleció de gripe, en 1892, legó su colección de antigüedades egipcias a la University College de Londres, la única universidad británica que entonces admitía alumnas, y donó 2500 libras esterlinas para mantener la Cátedra Edwards de Egiptología, indicando expresamente que las clases, becas y exposiciones estarían abiertas a personas de ambos sexos.
FUENTE: Egiptomanía, El Correo
MÁS INFORMACIÓN: Letters from Maspero To Amelia Edwards, American Literature