Marguerite Gérard: la cuñada de Fragonard
Por Silvia Pato
La hija del fabricante de perfumes Claude Gérard, Marguerite Gérard (1761-1837), se convirtió, con tan solo ocho años, en cuñada del artista Jean-Honoré Fragonard.
Cuando cumplió los 14 años, la joven se fue a vivir con su hermana mayor y su marido, convirtiéndose en una de las mejores alumnas del pintor, y contando en su producción con cinco aguafuertes realizados con su colaboración.
Gracias a la herencia de sus padres, Marguerite pudo conservar su independencia, de manera que permaneció soltera y dedicó su vida a las artes, siendo una de las pintoras más famosas de la época.
Fue galardonada con diversos premios por su trabajo, y exhibía con frecuencia en el Salón de París; de tal modo, sus pinturas fueron adquiridas por personas tales como Napoleón Bonaparte o Luis XVII.
Además de ello, ilustró con seis de sus grabados la primera edición de la novela de Choderlos de Laclos, Las amistades peligrosas (Les liaisons dangereuses, 1782).
Resulta curioso que, pese a su éxito, su nombre no sea muy conocido por el gran público, condenado a aparecer bajo la sombra de la figura de su cuñado.
Las malas lenguas dijeron que, además de discípula de Fragonard, había sido su amante, aunque la pintora siempre describió su relación como paternal.
A pesar de haber contribuido a ilustrar uno de los libros que se convertirían en clásicos de la literatura, Marguerite era conocida, sobre todo, por las obras en las que representaba las escenas intimistas de la alta sociedad de París.
Retrató a figuras destacadas como la escritora Madame de Staël, y entre los motivos predilectos de sus retratos nos encontramos con escenas infantiles, instrumentos musicales, animales de compañía y la maternidad.
Con la maestría en el manejo de la luz que también caracterizaba a Fragonard, podría decirse, sin duda alguna que, como mínimo, Marguerite Gérard igualó a su maestro.
FUENTE: Broad Strokes
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