Josa Fructuoso a propósito de «Perros de verano», su debut literario
«En este país el pueblo no tiene derecho a soñar. Este país no tiene arreglo. Por las buenas o por las malas, siempre mandarán los mimos con el apoyo del ejército y de la iglesia… ».
Josa Fructuoso es licenciada en Filosofía por la Universidad Complutense y profesora de Filosofía. Ha vivido en Barcelona, Madrid y París. Actualmente reside en Murcia, su ciudad natal. Ha participado activamente en la vida política de su ciudad en cuyo Ayuntamiento ha sido concejala del grupo socialista en la legislatura 1999-2003. Coordinó la revista de Artes, Letras y Pensamiento Postdata, desde el año 1998 hasta 2004. Ha publicado relatos cortos, poemas y ensayos en diversos medios. Perros de verano es su primera novela publicada con la que se ha hecho acreedora del Premio Fundación Arena: la historia de una mujer que quiere vivir y amar en libertad, y que es al mismo tiempo retrato lúcido de aquella España negra de los últimos años del franquismo, y de los escenarios de libertad política y personal que representaban Francia y París.
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Perros de verano. Josa Fructuoso. Egales Editorial, 2014. 360 páginas. 19,95 €
Marina es una mujer joven, inteligente y despierta. Pero sobre todo es una mujer distinta. Procede de una familia «roja» de Murcia, y fue educada para no tener dios ni amo, para no creer en ninguna moral que no sea la que ayuda a vivir, a dudar, a viajar y ser feliz, a amar a quien se elija. Cuando arrecian tiempos duros para la libertad —la trama se desarrolla durante la dictadura franquista—, los seres valientes han de sobrevivir al silencio, a la paz impuesta por los vencedores, y hallar el lugar de la propia experiencia, del vivir libre y auténtico.
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P.- Narración de descubrimientos, de despertares, de ilusiones y realidades que podrían pasar por propias experiencias. ¿Cuánto tiene este libro de la propia realidad vivida por la autora?
Me atrevería a afirmar que, puesto que no se crea de la nada, sino a partir de experiencias que, en definitiva, siempre remiten al sujeto que las vive, bien sea desde la vivencia directa o bien desde la observación o la reflexión, toda creación es, de algún modo, autobiográfica. Por otra parte, en este libro se relata un itinerario de búsqueda de la libertad y ese itinerario coincide a grandes rasgos con el mío personal. También en este sentido, aunque yo no estoy en el personaje de la protagonista, sí se puede decir que hay vivencias autobiográficas.
P.- Marina y París, ciudad que se presenta como espacio de libertad contrapunto a la España franquista. ¿Huída hacia delante o sueños que buscan hacerse realidad?
Las dos cosas. Si entendemos que una huída hacia delante implica la voluntad de escapar de la realidad presente, sí se podría entender que la protagonista, Marina, huye de la realidad opresiva que era la dictadura de Franco pero, al mismo tiempo esa huída es un intento de convertir en realidad los deseos o los sueños. En esa búsqueda, en ese intento de convertir los sueños en realidad, París representa el deseado espacio de libertad.
P.- En aquellos años, ¿pesaba más la represión o el lastre inevitable de los prejuicios?
A lo largo de la dictadura y también en el periodo en el que se desarrolla la novela, final de los años 60 y principio de los 70, el peso de la represión era más fuerte que el de los prejuicios. La represión es el rasgo más destacado en toda dictadura, mientras que los prejuicios son, lamentablemente, intemporales y transversales. Los prejuicios, que separan, dividen, marginan y, que, en resumen, son causa de injusticia y de infelicidad, atraviesan épocas y culturas, clases sociales… Están siempre presentes, como si los seres humanos no pudiéramos desprendernos de ellos, como si no pudiéramos dejar de ver al otro, al distinto, como un peligro… Ya sé que algunos filósofos, como Gadamer, tienen una interpretación positiva de los prejuicios como componentes de la tradición cultural de cada pueblo, pero esta es más una interpretación descriptiva que explicativa.
P.- Ha llovido mucho desde entonces y ya estamos en democracia, pero ¿qué queda de aquellos años? ¿Crees que se han roto muchos tabúes o siguen pesando mucho las ideologías?
Ha pasado sí, mucho tiempo, concretamente 39 años desde que Franco murió y algunos menos desde que se votó la Constitución y se inauguró formalmente la democracia en España. No obstante, el paso a la democracia se efectuó mediante lo que conocemos como la Transición y no mediante una ruptura con los poderes fácticos de la dictadura. La ley de amnistía del 77 supuso no sólo el perdón para quienes habían luchado contra la dictadura sino la impunidad para todos aquellos que habían participado directa o indirectamente en la represión y en los crímenes del franquismo… El partido que hoy gobierna este país, el PP, aún no ha admitido que el régimen de Franco fuera una dictadura y las víctimas del franquismo no han tenido el reconocimiento merecido y menos aún han obtenido la necesaria reparación. En ese sentido, España no ha roto con el franquismo. Sin embargo, esta democracia, en muchos aspectos insuficiente, ha supuesto un gran avance en la conquista de derechos civiles, pero eso no quiere decir que las ideologías ultraconservadoras y los prejuicios que conllevan hayan sido superados. Al contrario, están presentes y, en ocasiones, se acompañan de violencia.
P.- ¿Cómo cambió Marina su vida al salir del círculo cerrado que suponía un pequeño pueblo murciano, al romper con muchas ataduras?
Hay que tener en cuenta que Marina ha sido educada en el seno de una familia republicana y, en contraste con el medio, en libertad. Marina es libre dentro de las cuatro paredes de su casa y, paradójicamente, la cárcel la encuentra en el exterior, una cárcel sin muros físicos pero no por ello menos opresiva. Por ese motivo, Marina no tiene ataduras concretas con el medio en el que vive, y, en este sentido, un pueblo o un barrio no son más opresivos que una gran ciudad.
P.- ¿Cómo surgió hacer este libro? ¿Crees que te puede haber servido como posible liberación?
Creo que este es un libro que llevo escribiendo muchos años. Hay en él un homenaje a aquellas familias republicanas que, como la mía, sobrevivieron en medio del ambiente hostil del franquismo, rodeadas de la incomprensión de sus vecinos, asediadas por el miedo y reducidas al silencio (porque incluso las paredes de la propia casa tenían oídos), pero lo hicieron sin renunciar nunca a sus ideales de libertad y de justicia. De modo que sí, he saldado, en alguna medida, una deuda con el pasado y escribirlo ha supuesto una liberación. Pero también ha supuesto una liberación en el sentido de que con este libro he roto algún tabú, ya que el libro se puede leer también como el relato de una iniciación sexual que implica el descubrimiento y la asunción de una sexualidad que contraviene las normas de la heterosexualidad.
P.- Para el lector neófito de tu trabajo que mira el libro en la estantería, ¿qué representa este libro? ¿Cuáles son los perros de verano?
Espero que también para quien se adentre en la novela como lector Perros de verano represente una lectura liberadora. Encontrará en ella esa parte de homenaje de la que he hablado. Encontrará también una parte de crónica de la época del final del franquismo, que antes he citado, en la que he querido poner voz a los jóvenes universitarios que arriesgaron incluso sus vidas enfrentándose a la dictadura a cara descubierta. Y he querido, además, poner voz a las jóvenes que, cuando la homosexualidad era considerada un delito, se descubrieron diferentes y asumieron su diferencia sin acobardarse ante las consecuencias.
Los perros de verano se mantienen fieles a pesar de su abandono, dan todo sin apenas recibir más que migajas, esperan siempre algo, una caricia, un gesto, una correspondencia que nunca consiguen del todo. Los perros de verano se conforman con esas migajas que se les echan sin atreverse jamás a reclamar aquello a lo que aspiran. Esa conducta, que admiramos en los perros, no debe reproducirse nunca en un ser humano, porque un ser humano tiene un derecho inalienable a su dignidad y a su libertad, a las que no puede renunciar sin dejar de ser lo que es.
P.- Aunque lo haya sido, el amor no debería ser una lucha por vivirlo cada uno a su manera. ¿Los silencios, tanto los propios como los ajenos, terminan afectando?
Nadie tiene derecho a imponernos una forma de amar. Nuestra cultura, sin embargo, contiene una serie de tabúes sexuales, transmitidos a través de la educación, que convierten el sexo en algo que ha de ser reprimido y, en consecuencia, permitido. Seguramente ello se debe a que la pulsión sexual es la más fuerte y, por tanto, si se consigue domesticar a gusto de quien pretende dominar, es la que permite un mayor control sobre las personas. Pero ese control convierte a los seres humanos en instrumentos, porque un ser humano sólo alcanza su dimensión en libertad, es decir, cuando es capaz de elegir responsablemente. Sin esa libertad perdemos la humanidad. Por eso es tan importante vivir la propia sexualidad libremente.
P.- Josa, ¿crees que los errores del pasado podrían volver a repetirse? Mirando hacia atrás tropezar dos veces, y hasta tres, parece ser algo habitual.
Los errores del pasado siempre pueden volver a repetirse. La historia se repite como si fuera circular. De hecho, la idea del progreso lineal, que es una idea cristiana, no deja de ser una teoría que la realidad desmiente una y otra vez, porque la evolución o el progreso técnico no implica una evolución intelectual y moral del ser humano. Como diría Nietzsche, entre el sobrehumano y el humano existe la misma distancia que entre el humano y el mono. Estamos en lo humano, a secas, con todo lo que ello conlleva de luces y sombras.
P.- ¿Cómo se siente una mujer tan polifacética (profesora, columnista) como Josa Fructuoso desde el lado más literario?
Todos, aunque no lo sepamos ver, somos polifacéticos, por eso son tan difíciles y tan falsas las definiciones que nos encierran en una identidad o en una pertenencia a un grupo.
Descubrí la literatura cuando era niña y mi padre, para compensar las deficiencias de la escuela y estimular mi aprendizaje de la lectura y la escritura, me leyó Platero y yo. Aquella lectura me introdujo en un mundo que, desde entonces, no he abandonado, el mundo de la palabra escrita, el mundo de la literatura. Por eso, convivir con la literatura, aunque esta sea mi primera novela, es para mí algo natural.
P.- ¿Estás ya embarcada en algún nuevo proyecto literario?
Nunca dejo de escribir y ahora mismo estoy en proceso de otro proyecto, de otra novela. De todas formas, el proceso de escritura, el proceso de creación de una obra es, para mí, apasionante y suficiente en sí mismo. Por eso no pienso, por el momento, en el resultado. Ese ya llegará a su debido tiempo.
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Por Benito Garrido.
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