Las anécdotas de Quevedo
Por Silvia Pato.
Si hay un escritor que reúne anécdotas biográficas de todo tipo es Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645).
Entre todos los enemigos del escritor, figuraba Juan Pérez de Montalbán (1601-1638), discípulo preferido de Lope de Vega. Por ese motivo, Quevedo lo denominaba «natural de Lope de Vega» o «retacillo de Lope de Vega», además de tildarlo de poetastro. Sin embargo, esta enemistad padecida por Montalbán venía heredada de su padre, Alonso Pérez.
Alonso Pérez, editor y amigo de Lope, había puesto en circulación una edición pirata de El Buscón de Quevedo. Con estos antecedentes, Quevedo no iba a mostrar piedad hacia el hijo de Pérez.
Se cuenta que Felipe IV pretendió entonces reconciliar a Montalbán y a Quevedo, pues no deseaba tener que prescindir de los servicios de ninguno de ellos en la corte. De tal modo, los convidó a un almuerzo que transcurrió sin incidentes hasta que el hijo de Alonso Pérez, fijándose en una pintura que representaba a un padre azotando a su hijo porque este estaba leyendo a Cicerón, declamó de forma ostentosa:
Fuertes azotes le dan
porque a Cicerón leía…
La redondilla fue interrumpida por Quevedo que, con su ingenio, agregó:
¡Ira de Dios! ¿qué sería
si leyera a Montalbán?