Valle-Inclán y el maharajá de Kaphurtala
Por Silvia Pato.
El dramaturgo, poeta y novelista Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936) ha sido siempre objeto de interés por parte de biógrafos y curiosos, debido tanto a su importancia literaria como a la intensa vida, plagada de anécdotas, que llevó.
Entre todas esas curiosidades que salpican su biografía, destaca el papel que jugó el insigne escritor en los esponsales de Anita Delgado (1890-1962), una de las bailarinas más famosas de su época, con el maharajá de Kaphurtala.
La historia comienza en el Kursaal, un teatro madrileño de variedades de principios del siglo XX. Entre sus artistas figuraban las hermanas Camelia, que no eran sino otras que Victoria y Anita Delgado, y como público habitual del espectáculo se encontraban Valle-Inclán, Pío Baroja y Julio Romero de Torres.
En 1906, con motivo de las bodas del rey Alfonso XIII con la reina Victoria Eugenia de Battenberg, llegaron a Madrid todo tipo de príncipes y aristócratas. Entre las comitivas, venía el príncipe Jagatjit Singh, maharajá de Kaphurtala, quien acudió una de las noches al Kursaal, y se enamoró perdidamente de Anita Delgado al verla bailar sobre las tablas.
El maharajá cortejaba a la joven con regalos y cartas, que la muchacha y sus padres rechazaban escandalizados. Pero el príncipe indio no se dio por vencido ni cuando abandonó Madrid, después del atentado sufrido por los reyes en la Calle Mayor, y continuó intentando conquistar a Anita desde Paris, con más misivas y obsequios. Es entonces cuando adquiere protagonismo la figura de Valle-Inclán en todo este romance, cuando se le muestran las cartas al escritor, esperando su opinión sobre la seriedad de aquellas proposiciones del príncipe de la India.
Se cuenta que, al leer aquella petición de matrimonio, el escritor dijo:
Esta carta tiene que ser contestada en estilo principesco, y ese estilo no lo domina en España nadie más que yo…
Así, el autor de Luces de bohemia escribió al maharajá, firmando con el nombre de la joven, una carta de amor en la que explicaba las condiciones por las que accedería a casarse con él. Aquella misiva marcaría el destino de la muchacha.
Anita Delgado y el principe Jagatjit Singh se casaron en París al año siguiente, y en 1908 contrajeron matrimonio por el rito sijh en la India, donde nacería su hijo Ajit; aunque la relación matrimonial del maharajá y la bailarina malagueña, que se convirtió en maharajaní, tuvo su fin en 1924, año en el que se separaron y ella regresó a España.
En diciembre del 2007 se subastaron en Christie’s ocho de las joyas de la protagonista de esta historia, alcanzando el collar que el maharajá le había regalado a Anita al cumplir diecinueve años la cifra de 334 mil euros.
Valle-Inclán siempre creyó que su papel de casamentero había sido fundamental en esta historia, y probablemente tuviera algo de razón; de hecho, se comentaba que el príncipe indio se había enamorado de la joven y de las cartas del escritor. Por su parte, el autor gallego se pasó el resto de su vida esperando, en agradecimiento, una condecoración, concedida por aquel aristócrata indio, que nunca llegaría.
FUENTE: Sur digital
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