Cuando desapareció el mar
Cuando desapareció el mar de Francisco Sánchez y Bárbara Sansó. Editorial Juventud, 2013. Cartoné, Colección Álbumes Ilustrados, 26,5 x 26,5 cm., 40 pp., 14 euros.
Por José R. Cortés Criado.
Francisco Sánchez nos cuenta la historia de un niño sale a pasear con su padre y se sorprende de que en medio de un desierto se encuentre barcos encallados; su padre le explica que hace tiempo aquello era un mar y que muchas familias vivían de la pesca, pero que un día llegaron hombres de tierras lejanas con grandes máquinas y que poco a poco dejó de llegar el agua de los ríos y el mar se fue achicando hasta quedar convertido es ese secarral con barcos abandonados.
El niño suena con una solución y la encuentra: todos los habitantes del pueblo y cientos de personas llegadas de otras latitudes comenzaron a llorar y tantas fueron sus lágrimas que el mar volvió a ser como antes.
Esperemos que este sueño de esperanza no sea la única solución para evitar catástrofes medioambientales.
El cuento termina con un sueño de esperanza y un mensaje a los lectores:
“No olvides que el agua es un bien indispensable para la humanidad:¡sin ella no viviríamos! ¡Es deber de todos cuidar del agua!».
Al final de relato se recogen datos y unos dibujos con el antes y el después del protagonista de este libro, que no es otro que el mar de Aral, ese mar que se encontraba en Asia Central, al sur de Kazajistán y al norte de Uzbekistán; era un lago salino con 60.000 km2 y con catorce millones de habitantes que vivían de la pesca.
En los años sesenta la Unión Soviética desvió las aguas de los ríos que lo abastecían para regar las plantaciones de algodón en Asia Central, gracias a ello esa zona es la de mayor producción de algodón mundial y el el mar perdió el 80% de su capacidad.
Bárbara Sansó ha realizado unas ilustraciones llenas de realismo para este álbum que reflejan perfectamente el mensaje del mismo; los dibujos a doble página ofrecen una visión complementaria al texto y, al mismo tiempo, se dotan de significado propio, pudiendo llevarse a cabo una lectura paralela a la de las palabras. Son un acierto lleno de color y vida propia.
Se trata de un buen libro que gustará al que se atreva a abrir la primera página, con el que la editorial Juventud apuesta de nuevo por los valores ecológicos.