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¿Viaje al fin del hombre? El descrédito: viajes narrativos en torno a Louis-Ferdinand Céline, Ediciones Lupercalia

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Un barco llamado Lupercalia, en esta ocasión, tripulado por dos maravillosos y apasionados antólogos: Vicente Muñoz Álvarez y Julio César Álvarez. Destino: la obra de un hombre, rara avis, Louis-Ferdinand Céline, capaz de ser odiado y amado por los mismos y al mismo tiempo. ¿Malditismo, genialidad, antisemitismo, uno de los escritores más influyentes del siglo XX, una vuelta de tuerca a la literatura universal o todo al mismo tiempo?

El descrédito: Viajes narrativos en torno a Louis-Ferdinand Céline, Ediciones Lupercalia, supone un alto en el camino ineludible para todos aquellos que han viajado al fin de la noche o pretenden hacerlo. 

 ¿Cómo surge la idea y por qué Céline?

Julio César Álvarez:

Céline se ha ido convirtiendo progresivamente en una voz literaria cada vez más importante. Una especie de lectura obligada. No hemos hecho otra cosa que reflejar ese interés, esa curiosidad creciente entre muchos lectores y autores por una figura confusa y difícil de explicar. Era inevitable abordar su legado, el conflicto moral que encierra y su larga influencia en la literatura más actual.

¿Crees que sus panfletos antisemitas fueron parte de la obra de un provocador, del nihilismo atroz, de la no esperanza en el ser humano, después de haberse adentrado, según dicen, en el corazón de las tinieblas al más puro estilo Conrad?

J.C.A.:Todo ello al mismo tiempo y tal vez justo lo contrario. Es difícil responder con certeza. Lo que está claro es que Céline refleja las miserias y grandezas de la sociedad europea de entreguerras. Una sanguinolenta herida abierta. De hecho, Céline supura todas las enfermedades morales y fantasmas sociales de la época, no es más que su incómodo reflejo, esa parte oscura que la mayoría prefiere esconder. De ahí su ostracismo, su encierro silencioso y su anulación. Aunque ciertas cuestiones artísticas no pueden dejarse aparcadas en un cajón. Evolucionan, crecen, como el propio ser humano. 

Hay quien dice que su antisemitismo se basa en la identificación del judaísmo con el capitalismo, otros que fue un pacifista convencido, defensor de los desfavorecidos, anticlerical y anticolonialista y muchos otros que era un ser inmoral, deleznable y pronazi. ¿No estaríamos ante el paradigma de la contradicción del ser humano cuando en la misma persona se dan todos esos matices? 

J.C.A.: Céline resume en un sólo hombre lo mejor y peor del siglo XX. Sofisticamos la tecnología hasta crear la bomba atómica. En su caso, convive un talento enorme, un estilo depuradísimo (al menos en sus primeras obras), con una pésima calidad moral y una cierta monstruosidad en su visión de otros seres humanos. Evidentemente lo rescatable es su talento creativo, su modificación de las reglas literarias del juego. El resto, es una continuación de esa bomba atómica, nuestro perfeccionamiento como especie que se destruye más y mejor a sí misma.

Céline dijo acerca de su Viaje al fin de la noche: “El hombre está desnudo, despojado de todo, aun de la fe en sí mismo. Mi libro es eso». Según Vila Matas precisamente, ese pesimismo y esa falta casi absoluta de compromiso moral le permitieron viajar con insólita audacia a donde casi nadie se había atrevido a ir. ¿Crees que el arte puede/debe ser el vehículo para desentrañar incluso la oscuridad más absoluta que nos habita? 

J.C.A.: El arte es el medio, sin duda. Y la libertad resulta imprescindible. Fue quizá esa libertad sin límites la que le permitió innovar y resquebrajar las formas literarias de la novela. Si existe un buen campo de pruebas para desentrañar la oscuridad inherente al ser humano, ese es la creación artística. Pero luego, claro, no nos asustemos de lo que allí aparezca reflejado.

Acerca de la controversia que provoca el universo Céline: ¿dónde empieza el hombre y dónde el creador? ¿Dónde la obra y dónde la vida? ¿Es bueno, justo e inevitable mezclarlo, juzgarlo, condenarlo? 

Vicente Muñoz Álvarez:

Es muy complicado saber dónde empieza el hombre y dónde el creador, ambas facetas, sobre todo en la escritura autobiográfica, como la de Céline. En función de qué experiencia tengas y qué clase de hombre seas, construirás tu escritura, eso está claro. Ahora bien, a la hora de valorar una obra artística, sea del tipo que sea, mi opinión es que se deberían deslindar ambas cuestiones. Si tuviéramos que juzgar a los artistas por su catadura moral, las bibliotecas y museos se vaciarían. Y no hablamos de políticos ni sacerdotes, hablamos de artistas, y de su obra, su legado, que es realmente lo que importa. Juzgar a una persona en vida por sus actos, me parece lógico y necesario. Pero juzgar su obra por sus acciones, creo que no es acertado. Sobre todo cuando, como es el caso de Céline, el autor lleva más de medio siglo muerto y lo que ahora cuenta, cara al presente, es su impresionante obra escrita.

¿Cómo ha sido la experiencia a la hora de congregar, seleccionar a todos esos autores entorno a una figura como la de Céline?

V.M.A.:Muy gratificante para Julio César y para mí. En el fondo, aunque no lo parezca, reunir una nómina de autores como la presente implica una labor de años de trabajo y contactos entre escritores, de haber ido formando una cantera y equipo de autores afines, dispuestos a colaborar en un proyecto así. Tanto Julio César como yo conocíamos previamente a todos estos autores y sabíamos de su interés por Céline, con lo cual no fue difícil reunirles. Pero ya digo, saber de ellos, de los más adecuados para este proyecto en concreto, viene de atrás.

Y por último, ¿creéis que habéis logrado vuestro propósito de desvincular la obra del hombre? Vuestra impresión del resultado.

V.M.A.: El resultado es El descrédito, este magnífico libro que Lupercalia acaba de editar, donde ha primado la libertad total de los autores a la hora de exponer su visión sobre Céline. Unos lo han elogiado, otros condenado, otros criticado… pero todos se han dejado la piel en abordar su obra y figura. Lo que no hicieron en Francia en su día por presiones políticas, lo hemos hecho sin ellas aquí y ahora, en España, los 28 escritores que participamos en la antología. Y de ello estamos, sobre todo Julio César y yo como antólogos, más que orgullosos. Nuestra premisa era, sí, desvincular la obra del hombre, pero sin disculpar en absoluto a Céline por sus actos, sólo con la intención de reivindicar sus grandes novelas. Y creo que lo hemos conseguido. Gracias, en gran parte, a Lupercalia, que ha apostado por esta polémica y arriesgada antología. Y por supuesto, a los puntos de vista y textos de los autores, que se han implicado de lleno en el proyecto.

 

EDICIONES LUPERCALIA

http://edicioneslupercalia.com/

¿Cómo, cuándo, dónde y por qué Lupercalia? Son vuestras publicaciones Azotes de Lupercalia?

Ricardo Moreno Mira:

El «Cómo»… bueno, con un simple trámite administrativo, alta en el IAE.

El «Cuándo»… Más o menos, creo recordar, hacía el año 2009.

Y el «Por qué»… para dar salida a material que nos gustase y tuviese interés.

Sobre si nuestras publicaciones son «Azotes de Lupercalia»… bueno, nos gustaría que así fuese.

 ¿Cómo logra nacer una editorial y cómo se mantiene?

R.M.M: Los trámites son sencillos. Todo el mundo puede hacerlos. Como ya he dicho antes, alta en el IAE y pagar tus autónomos. Todo lo demás, encontrar una imprenta que se adapte a lo que buscas, es algo que se aprende. La distribución, es más complicada y difícil, pero también es posible.

 ¿Mantenerse?… Bueno, eso depende de lo que uno quiera y pueda aguantar. Pero al ser una editorial pequeña no tenemos que soportar una gran infraestructura. Eso nos da flexibilidad y una capacidad de adaptación que supone una enorme ventaja en tiempos de crisis. Somos algo así como pequeños organismos que no necesitan mucho para subsistir, en un panorama general de grandes dinosaurios y con una extinción masiva de fondo.

¿En qué os basáis para la selección de obras? ¿Rastreáis vosotros, os las envían..?

R.M.M: Principalmente en que nos guste, que cojas el manuscrito y te enganche, que tenga fuerza y se adapte a la línea de la editorial. Nos llegan muchos e-mails de gente que quiere publicar pero no damos abasto. Un porcentaje de las cosas que hemos publicado ha salido de ahí, de esos e-mails que nos llegan, y otras las hemos buscamos.

¿Publicar es un deporte de alto riesgo en este país?

 R.M.M: Depende de lo que publiques. Si es literatura, probablemente sí. Pero aquí lo difícil, casi imposible, es llegar a tu cliente potencial en un contexto de sobresaturación de estímulos y ofertas.

Habladme del diseño de las portadas. Todas poseen una fuerza tremenda.

R.M.M: Intentamos acordarlo y colaborar con el autor, que él ofrezca idea y sus impresiones. Eso es importante para nosotros, que el autor se sienta satisfecho con nuestro trabajo.

 Y por lo demás, bueno, nos alegra si causan esa impresión…  Es lo que intentamos, un diseño limpio, austero en cierta medida, pero contundente. Simplemente tratamos que quede lo mejor posible. Y supongo, por la pregunta, que eso a veces funciona.

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Entrevista realizada por Julia Roig Whittle

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