Del enebro, de los hermanos Grimm
Por Francisco Estévez
Jacob Ludwig Grimm & Wilhelm Karl Grimm: Del enebro.
Ilustrado por Alejandra Acosta. Jekil &Jill, Zaragoza, 2012.
Es hora de revisar por enésima vez la obra de Mc Luhan y aquella reflexión sobre la escritura y la memoria que narra Platón en su Fedro. El imparable aumento del poder de lo visual, por momentos omnímodo, cuya máxima metáfora se materializa en esa cenagosa realidad virtual, esa otra Maya como dicen por tierras iberoamericanas, somete a una dura erosión al paradigma de Gutenberg conceptualizado en el ya desprestigiado libro. Los soportes de información tradicionales cambian y empezamos a intuir las consecuencias en los contenidos mismos. Frente a este profundo quebranto padecido por las editoriales tradicionales, despunta la iniciativa de pequeñas editoriales, como la zaragozana Jekyll & Jill, que conciben el libro, tanto en su forma como en su contenido, con un alto grado de artesanía, mimo y buen gusto. Es el caso de Del Enebro, cuento breve extraído de la célebre antología Kinder und Hausmärchen (Cuentos para la infancia y el hogar) de los hermanos Grimm que cumple en este año de 2012 su doscientos aniversario.
Jacob y Wilhelm Grimm rescataron, recopilaron y ordenaron una copiosa tradición oral de cuentos. Al fijarlos en papel fosilizaron de entre las múltiples variantes existentes una de ellas y las más de las veces hubieron de sacrificar detalles escabrosos en aras de un público infantil. Del Enebro es aquí vertido a un elegante español con la intención de recobrar la posible esencia original del texto oral, “contraria a la edulcoración más burguesa”. Esta versión moderna posee una evidente musicalidad que alimenta y potencia los ricos juegos literarios “aliteraciones, paralelismos, anáforas y quiasmo, de gran sonoridad, significación y lirismo” de la narración. Pero no se engañe el lector precavido. Bajo el ropaje de breve cuento infantil, Del enebro narra una cruenta historia de antropofagia familiar donde se escenifican el bien y el mal.
Atención a la excelente y fina “Nota a la a traducción” que firma la traductora Jessica Aliaga Lavrijsen, aventajando en interpretación al mismo prólogo antepuesto por Francisco Ferrer Lerín. La edición conserva, además, la versión original en bajo alemán y –como debe ser- en letra gótica, pues no se escapa detalle en este libro. Remata la finura un trabajo inspirado de la ilustradora Alejandra Acosta, hermosos delirios, atenientes al caso, que acompañan e interpretan los pasajes del texto cosiendo virtualmente los pliegos del libro, pues la delicadeza de un hilo rojo borda por fuera sus páginas centrales en un guiño simbólico que trata al lector como aquella persona inteligente que es interpelada por un texto.
El futuro del libro impreso se encamina a ediciones más cuidadas de textos selectos con formatos cuidados y presentaciones originales. Sin duda alguna, Del Enebro es un ejemplo señero a seguir.