“Erewhon”, de Samuel Butler: un fascinante viaje al otro lado de las montañas
Por Cristobal Vergara Muñoz.
Hace unos pocos días estuve paseando por la “Feria del Libro Antiguo y de Ocasión”, que se celebra en el Paseo de Recoletos de Madrid. Resultó curioso que encontré un antiguo ejemplar del libro que ahora estoy reseñando, excelentemente editado por Akal en formato básico de bolsillo. Meses atrás, en mi tremenda ignorancia, no conocía ni el libro ni al autor, sin embargo y aun llegando casi de “puro rebote” hacia mí, confieso que no puedo estar más satisfecho.
Su autor es un inglés desencantado con la sociedad de su tiempo, especialmente harto de la doble moral victoriana propia del S. XIX. Altamente interesado por la teoría de la evolución, tan de novedad e interés en la época en que vivió, aunque siempre simpatizó más con las tesis de Lamarck que con las de Darwin, acabó emigrando a Nueva Zelanda, donde compró unos terrenos y estableció una explotación lanar, gracias a la cual se pudo mantener el resto de su vida. Mientras, se dedicaba a la composición musical (su otra gran pasión) y como no podía ser de otra forma, a la escritura.
Claramente, y nada más conocer esas escuetas pinceladas sobre el autor, percibimos algo del propio Butler nada más comenzar “Erewhon”, una aventura de viaje y choque cultural que bien vale la pena escudriñar . El protagonista de la historia que aquí nos atañe es un joven inglés, fuerte y rubio -del cual desconocemos el nombre- que se embarca en busca de fortuna y prosperidad hacia el “nuevo mundo”. Así pues, encontramos “altamente sospechosas” las coincidencias entre el protagonista del libro y el Samuel Butler que emigró en su juventud. Por encima de esto, hemos de decir que Erewhon (anagrama del término inglés Nowhere) es un país imaginario, lo que encuadra el escrito dentro del género utópico o distópico- siendo muy díficil especificar a cuál es más afín. Y es que Butler se propone que ese lugar totalmente extraño que nuestro protagonista encontrará tras un valiente y tortuoso viaje sea una inversión de la Inglaterra de la época tanto en valores y costumbres como en las características físicas de sus gentes. Esto hace que el propio lugar descubierto (el país Erewhon) y sus propios habitantes (los erewhonianos) resulten al viajero de lo más extraños; y a nosotros también, pues no olvidemos que aunque haya transcurrido más de un siglo desde que nuestro autor escribió esta novela, compartimos gran parte de nuestras concepciones con él como europeos y occidentales que somos. Un claro ejemplo de esa extrañeza lo muestra así el protagonista : “Ni una sola vez preguntaron acerca de mi salud o si estaba fatigado por el viaje, sin embargo, su primera pregunta era casi siempre si estaba de buen humor y esto me asombraba por el candor que demostraba, hasta que al fin acabé por acostumbrarme. Un dia en que tenía frío y estaba agotado cansado además de dar la misma respuesta una y otra vez, me encaré con la persona que había preguntado y le dije que estaba extremadamente enojado y que difícilmente podría encontrarme peor predispuesto para con los demás y conmigo mismo en ese momento. Para mi sorpresa, aquella persona me respondió con una amabilisima muestra de condolencia y escuché a la gente de la habitación susurrarse que me encontraba de mal humor, tras lo cual empezó a ofrecerme cosas agradables para respirar y para comer que de veras tuvieron un efecto tranquilizador, puesto que pronto me sentí apaciguado y en seguida se me felicitó por el cambio de humor” (p. 111).
Como podemos leer, la riqueza descriptiva y narrativa es parte fundamental en las reflexiones planteadas por la obra. En un primer momento, tras comenzar su periplo el personaje principal, se detalla el lugar “colonial” en el que están situados todos los emigrantes. Desde allí, acompañamos su expedición a través de las montañas en la que se cuenta cómo, sólo y abandonado por su compañero, el viajero se interna en un territorio que en un principio parecía inexplorado, pero que, sin embargo, es habitado por los erewhonianos desde tiempos inmemoriales. Tras esto, el libro se transforma en una muestra del modo de vida de las gentes que habitan Erewhon y de los lugares que lo componen. La perplejidad nos posee en muchos momentos, ya que las costumbres de semejantes hombres van desde la negación total al avance tecnológico hasta la consideración de las enfermedades como actos inmorales. Uno de los aspectos más filosóficos e interesantes para reflexionar sobre el libro es ese radical rechazo a todo lo que tenga que ver con la técnica, característica completamente definitoria de la civilización que nuestro protagonista contempla y analiza. Y es que descubrimos en algunos pasajes del libro la sorpresa del aventurero al estar seguro de enfrentarse a una sociedad con el desarrollo de aproximadamente el S. XIII. Más allá de estas diferencias complicadas de digerir, el protagonista acabará encontrando, con el paso del tiempo, el punto de conexión con estas gentes -en lo que todos tenemos de humano-, que le llevará a aprender su cultura y lenguaje e integrarse dentro de su sociedad y modo de vida.
La forma del relato varía en distintas ocasiones, pasando por un estilo propio de los estudios antropológicos (en los que tanto un lado y otro son el que estudia y el estudiado), por la supuesta “transcripción” de textos antiguos que influyeron de manera fundamental en la civilización “erewhoniana”, o por el estudio intelectual sobre algunos aspectos de las instituciones del país. Todo este cóctel nos brindará un perfecto conocimiento de una cultura violentamente ajena a la nuestra.
En definitiva, es una obra muy recomendable, que se sitúa junto al género utópico/distópico clásico innovando en sus perspectivas y formas de narrar y hará las delicias de todos aquellos interesados tanto en la aventura como en la posibilidad de comunicación entre personas distantes y distintas.
“Erewhon”
Samuel Butler
Ed. Akal, 2012.
294pp, 9,50 €
Pingback: Inteligencia Artificial: así llegó Siri a tu móvil - MediaTrends
Buena reseña, le felicito . Hace tiempo lo leí pero solo me centre en los últimos capítulos, en las reflexiones acerca de las máquinas.
Pingback: Soñar de otro modo. La reinvención de la utopía, de Francisco Martorell Campos | C