Conversación con Pablo López Carballo
Por Mario Martín.
Durante sus escasos años de existencia, la editorial La Garúa, dirigida por Joan de la Vega desde Santa Coloma de Gramanet, llevó a cabo una notable labor en la difusión de jóvenes poetas españoles, principalmente a través del Premio Internacional de Poesía Joven que convocaba cada año. Precisamente, uno de los últimos libros que esta editorial publicó, con exquisito diseño, fue Sobre unas ruinas encontradas, con el que Pablo López Carballo (Cacabelos, León, 1983) obtuvo el primer premio en la cuarta edición de dicho certamen. A propósito de este libro, y de la sorprendente voz poética que en él se da a conocer, conversamos con su autor.
CarasB: Me ha llamado la atención la primera parte del libro, “Pretexto del ojo”. Desde hace algún tiempo, creo que puede observarse en muchos de los poetas más valiosos de la última década, una tematización muy amplia de una mirada “artífice”, inquisitiva, deformada, sabedora de que en los resquicios se ocultan a veces las mejores gemas. Aunque no nos gusten los etiquetas, quizás pudiera hablarse de “poetas de la mirada” por esa insistencia en el campo semántico del ojo, la mirada, la pupila… Por ello, me parece interesante esa imagen del ojo como pre-texto, como si el verso se formase en la pupila antes de volcarse sobre el papel. Y el poema “Explorando lo conocido” me parece una poética muy aguda de ese ojo artífice, pero consciente del abismo que hay entre el ojo y las formas, tan difícil de colmar. ¿Podrías hablarnos sobre la forma en que tú concibes ese puente frágil que se tiende entre el ojo y la forma y luego el tránsito de la visión a la palabra?
Pablo López Carballo: Considero que escribir poesía es mirar y pensar. Entiendo el “ojo” como concepto general, en el que se incluiría al resto de sentidos, aunque en estos primeros poemas se haya impuesto la visión. No en balde es el sentido privilegiado de la literatura. El proceso que describes, en mi caso, parte del mundo pero no intenta imitarlo, ni pretende conformar imágenes completas a propósito de éste. Una idea como ésta, aplicada a otras artes, sería algo obsoleto —nadie se lo plantearía— pero en poesía, lamentablemente, todavía hay que hacer este tipo de precisiones, ya que aún siguen vigentes procedimientos artísticos a los que no se deja descansar en el momento en el sí tuvieron un sentido. La poesía es lenguaje y tiene posibilidades increíbles que parecen estar olvidando, a modo de coqueluche, buena parte de los creadores actuales. Al respecto de esto último, existe un desajuste al que hago alusión al final de ese mismo poema, que debe ser tenido en cuenta y sobre el que, habitualmente, se pasa por alto. Obviar este desajuste provoca una peligrosa nominación directa que puede llevar a que los textos simplifiquen una realidad extremadamente compleja. En la otra parte del recorrido, del ojo a la forma, intento evitar cierto yo senil propio de determinada juventud contemporánea —y cada día más presente adultos consagrados—, que se extiende de manera bobalicona y termina por pertenecer al inmenso conjunto que representan hoy los bienes fungibles. Hay que pensar las relaciones y generar una forma con muchos condicionantes sociales, políticos, literarios, culturales, etc. Sin que esto sea entendido como algo especulativo, el trayecto sería de lo general (a lo que es imposible escapar) a lo particular y de vuelta a lo general.
CarasB: También me parece interesante la aspiración que se observa en tus poemas a encontrar otros códigos para interpretar la realidad. Así, hablas de que las huellas que uno encuentra en el campo conducen “a sus propios signos” o afirmas que “todo es codificable”. En otro momento hablas del “océano de pastiches / intransitable”. ¿Cómo entiendes tú esa función liberadora de la poesía frente a los clichés y los lenguajes estandarizados?
Pablo López Carballo: La poesía puede y debe hablar de todo, y hacerlo al mismo tiempo. Para ello es indispensable poseer una plena conciencia del lenguaje y conocer su importancia, presente e histórica. Actualmente se entiende la historia de la literatura como un viaje organizado del que traerse recuerdos. A esto hay que sumar que en el uso que se hace de los conceptos se resta un par de siglos de desarrollo y, con ello, toda su carga cognoscitiva. Este tipo de comportamientos, deshistorizar el lenguaje y el pensamiento para vivir en un eterno presente, nos sume en un estadio infantil que aumenta la producción pero sin generar aportaciones significativas. Estamos en el tiempo de las señoras en autobús que escriben libros de cabecera, un catálogo fotográfico de personas con fondos pintorescos. Se está desactivando el lenguaje y parte de la producción poética actual no se sostiene más allá de un acercamiento personal.
La poesía tiene que ir contra esto y todas las manifestaciones de un lenguaje normalizado. Debe ser contundente en cada formulación. Las poéticas que me interesan rompen con los usos conciliadores del lenguaje. Está claro que esto no es nada nuevo, todos los periodos históricos han conocido intentos de congelación del mismo por parte de muchos poetas, acoplamientos entre el lenguaje poético y los discursos dominantes, que terminan por generan un panorama uniforme en términos estéticos y jerárquico en términos sociales. La singularidad necesita tiempo pero, actualmente, predominan los genios con chistera, mucha prisa y la necesidad imperiosa de alimentar “una carrera literaria”.
Más que una función liberadora, yo diría que su labor se centra en desenmascarar aquellos discursos que se proponen como neutros, pero esconden infinidad de intereses, y en intentar penetrar en una realidad en continuo proceso de cambio.
CarasB: Relacionado con lo anterior, con la visión, creo que hay una gran fijación sobre los materiales (ácidos, resinas) en algún caso como símbolo de lo primordial, de los materiales iniciales, germinales.
Pablo López Carballo: Efectivamente, son materiales que podrían categorizarse como iniciales o germinales dentro de la materia visible. Me interesa ese carácter primario y las reacciones que tienen lugar al entrar en contacto unos con otros. El poema comparte con ellos esas características.
CarasB: En la sección “Lo glacial” hay poemas como el tercero que son un verdadero torrente de imágenes, que recuerdan la escritura automática de los surrealistas. ¿Podrías hablarnos de tu proceso de escritura, si es más bien ‘inspirado’, impulsado por asociaciones incontroladas o si poemas como éste son construidos de manera meditada a pesar de la apariencia?
Pablo López Carballo: Para mí, la escritura es un proceso lento. Primero hay ideas, imágenes, asociaciones que surgen a velocidades diferentes y de manera arbitraria pero, a la hora de escribir el poema, todo se paraliza y va construyendose muy despacio, sopesando cada palabra antes de plasmarla en el folio y, sobre todo, después de haberlo hecho. La corrección, en este sentido, es lo fundamental. Creo que un poema debe ser sometido a un drástico proceso de análisis, así como a diferentes pruebas de interpretación. Al margen del lector, que hará tantas lecturas como sea posible, el creador debe saber cómo funcionan sus textos en función de múltiples interpretaciones. Sólo así un texto puede llegar a ofrecer algo. Un poema que únicamente tiene la posibilidad de ser una cosa, quizás sólo sea un poema cojo.
En el caso que comentas, los poemas tienen el mismo proceso y la misma dedicación pero con una intención diferente.
CarasB: En el poemario parece elogiarse una poética del azar, de la deriva y también, quizás de un nihilismo algo postmoderno, con afirmaciones tan significativas como “cualquier punto es el centro” o la inexistencia de “visibles puntos de fuga” y un patente deseo de huir de las calificaciones (“Califícalo / si quieres a él a mí / tampoco es necesario: / ideológico, significante”). Por hacer de abogado del diablo, preguntaría, ¿no hay un orden de preferencias, de temas a los que crees que merezca la pena integrar en la poesía, o prefieres ese relativismo?
Pablo López Carballo: Sólo afirmaría el azar del mundo. La deriva que hoy día tanto se menciona proviene de cierta lectura de Deleuze que toma a éste como si fuera un creador de tebeos en lugar de un filósofo. También se ha olvidado la importancia que esta práctica tenía para los situacionistas.
No creo que sea nihilista, aunque entiendo que lo digas porque cualquier postura que no promueva el acercamiento a la población sin rebajar el poema a la comprensión de un niño es tachado de ello.
Tampoco considero que esté determinado por el relativismo, más bien intento hacer ver que no existe un único centro, que puede haber muchas lecturas y que concentrarse en un punto no es lo más adecuado y fructífero, tanto en poesía como en la vida. En cuanto a los temas, ya lo apunté en una respuesta anterior, no me interesa tratar nada de manera anecdótica, tampoco quiero hacer de mí un personaje, ni montar un espectáculo de títeres que van a la playa, a tomar copas, que sueltan su carga moral sobre el mundo o pretenden decir lo que es bello obviando el desarrollo de este concepto y volviendo al Siglo XVI. Aún así, en todas estas situaciones descritas, sería posible hacer poesía pero están tan estigmatizadas que deshacer el bloqueo sería la labor inicial. Cualquier cosa puede entrar en el poema, lo importante es cómo.
CarasB: Pasando a preguntas de carácter más general: ¿Cómo ves la poesía española e hispanoamericana en la actualidad? ¿Consideras como referente a alguna voz viva?
Pablo López Carballo: Creo que el panorama actual no difiere mucho del de otros periodos. Como siempre hay de todo pero quizás ahora tenemos un problema fundamental: la legitimación de poéticas a través, exclusivamente, de argumentos extra-textuales. La crítica ha dejado de ejercer la función que le es propia y es gracias a la acumulación y la presencia mediática el modo con el que se obtiene el derecho a ser leído. Sumar se ha convertido en lo importante dentro de la poesía. La pérdida de peso de la crítica es innegable, además de un peligro que está haciendo aflorar posturas basadas en el espectáculo, la lectura superficial y la llamada de atención a base de corneta. Estamos situados en un gran bazar, donde vende más quien más por menos ofrece y más alto grita.
Como decía, veo muy bien el panorama en lengua española pese a que se sobrevaloren muchas de las propuestas que nos llegan desde Hispanoamérica. Las hay muy interesantes, aunque no es todo oro lo que reluce.
De entre las muchas posturas que me interesan, destacaría a Lorenzo García Vega, quien inexplicablemente no ha recibido reconocimiento en nuestro país —salvo en pequeños círculos— y que nada tiene que envidiar a los grandes autores del Siglo XX. Eduardo Milán, algo más joven, ha conseguido una voz única e inimitable, que lo convierte en un autor indispensable para entender nuestro panorama actual.
Si continuamos hablando de poetas vivos habría que incluir a Orlando González Esteva, Rodolfo Hinostroza, Arnaldo Calveyra, Tedi López Mills, Mirko Lauer, Reynaldo Jiménez, Maurizio Medo, Arturo Carrera, Daniel Samoilovich, Antonio Cisneros, José Luis Rivas o Coral Bracho, por ejemplo y entre otros muchos. De este lado del Atlántico destacaría a Antonio Martínez Sarrión, Miguel Casado, Carlos Piera, Miguel Suárez, Olvido García Valdés, Luis Suñén, Julia Piera, Lorenzo Oliván, Julieta Valero, Alberto Santamaría o Marcos Canteli. Si pasásemos a los ya fallecidos, la lista sería mucho más larga.
CarasB: A mí me parece que, este libro es, en gran medida (corrígeme si me equivoco) un poemario de amor, aunque expresado evitando el vocabulario de los sentimientos, como muestran poemas como “Acción de amor sin enamorados” o “Carnicería”.
Pablo López Carballo: Es un libro contra el amor. Partiendo del hecho de que el amor, tal y como comunmente lo utilizamos, es un concepto demasiado contaminado y que, en nuestros días, está siendo empleado para todo tipo de fines injustificables, considero importante la labor de desmantelar tales constructos. Obviamente me interesan las relaciones personales y los sentimientos que éstas generan, pero no creo que puedan encerrarse en algo tan poco certero y reducido como eso a lo que llamamos amor. Pienso, por el contrario, que la reflexión sobre la lengua, sus usos y posibilidades en relación a lo real, están más cerca de intentar llegar a explicarlos que el simple hecho de hacer una referencia superficial a ellos. Para mí, el único tema posible de un poema sería el lenguaje y su relación con el mundo, por eso, al tiempo, siempre surgen diferentes realidades a las que nombrar, pero creo que escribir sobre temas concretos determinados de antemano sería absolutamente ineficaz. Como también lo es escribir poemas en torno a temas clásicos y jugando sólo con el sonido, la métrica, la selección y combinación de palabras o sus efectos. Sería algo muy reducido y desaprovecharía la oportunidad de hacer poesía. Quizá en otras épocas esto no era así, ahora, desde donde me sitúo, no tendría sentido para mí.
CarasB: Finalmente, podrías adelantarnos algo sobre tu próximo libro, si supondrá una ruptura con Sobre unas ruinas encontradas o si enlazará con alguno de sus ejes temáticos.
Pablo López Carballo: Son poemas diferentes a los anteriores, estructural y formalmente. El tema sigue siendo el lenguaje y sus diversas versiones y perversiones pero entran enfoques diferentes y nuevas obsesiones como la observación de lo representado frente a lo que damos por no representado, lo visible frente a lo invisible y los engaños que entrañan estas cuestiones. En este sentido, el paisaje ocupa un lugar predilecto y el resto de sentidos ganan terreno a la visión.
Los versos y poemas son más largos y podrían interpretarse como narraciones imposibles, que se interrumpen, se pierden o se fragmentan antes de concluir, no llegando a consumarse.