La fuerza imparable de la manada. Entrevista con Itziar Ziga.
Por Raquel Campuzano Godoy.
Itziar Ziga es deslenguada, mordaz y no entiende de más corsés que los que se pone para salir a la calle o estar por casa. Se declara abiertamente bruja, perra, puta, maldita y con ello nos recuerda que han sido muchas las quemadas, silenciadas y marginadas las que han destapado este juego perverso que el heteropatriarcado se ha montado para asignarnos el papel de las otras. En sus dos libros publicados, Devenir perra y Un zulo propio, lo personal se hace más que nunca político y se sientan las bases de un movimiento que viene pisando fuerte: el transfeminismo. Caras B ha podido compartir con ella su mirada de hereje forrada de lentejuelas y boas de plumas fucsias y nos ha dejado encantadas y empoderadísimas. Bienvenidas al universo transmaricabollo.
P. El prólogo de Devenir Perra lo firman dos súper perracas como son el tándem Beatriz Preciado y Virginie Despentes. A lo largo de todo el libro, desfilan otras tantas perras sabias e insumisas. ¿Qué significado vital y político tiene para ti la manada?
R. La manada es el grupo de supervivencia, lucha y placer que se autoconstruye y muta mil veces para hacer posible las vidas de sus perras, permanentemente amenazadas, ninguneadas, oprimidas. Es la familia soñada y encarnada. Por haber sido socializada como mujer, soy colectivista. No sobrevivo fuera del grupo. Aunque la manada debe siempre funcionar de forma flexible sabiendo que cada una es cada una. Y esto a veces es difícil.
P. <<Ya no sé lo que es una mujer, ni me interesa>>. ¿Crees que el feminismo hoy por hoy, se encuentra preparado para superar el esencialismo y prescindir de la categoría de género o hacen falta más boas de plumas en los despachos y en las asambleas para que esto suceda?
R. Para empezar, creo que deshacer la ilusión de toda esencia mujer no tiene nada que ver con prescindir de una herramienta de comprensión y desmontaje del patriarcado tan potente como lo es el género. Simone de Beauvoir dijo en 1949: “no se nace mujer”, y ese sortilegio comenzó a desarmar la inevitabilidad de nuestra opresión. Y nos mostró los mecanismos sociales que nos conformaban como mujeres, como las otras, es decir: el género. La lucha trans e intersex lleva al feminismo a un punto de no retorno al mostrarle en carne que el sexo también es construido. Pero eso no significa que no exista la diferenciación sexual: pregúntaselo a una mujer transexual, por ejemplo, lo que le ha dolido. Ese creo que es el gran reto ahora, seguir articulando nuestras luchas feministas en todos los ámbitos sin aferrarnos a identidades fijas y monolíticas, pero sin dar saltos al vacío. Y soy optimista, creo que a nivel de feminismo activista, lo estamos consiguiendo. Y sin pelearnos entre nosotras como fieras, huuuuaaaauuuu.
P. Te autodenominas feminista hereje ¿Rabia contra las madres o crítica constructiva?
R. De alguna manera, como feminista sólo se puede ser hereje, bastarda, aberrante, abyecta, monstrua. El feminismo sólo puede ser anti-sistema. Últimamente tengo muy presentes a nuestras antepasadas brujas. Estoy leyendo para mi próximo libro sobre la inquisición. ¡Cómo para no ser apocalíptica! El 85% de quienes fueron conducidas a la hoguera eran mujeres. Y todavía la historia oficial no habla de feminicidio, en fin. Ya sólo por ellas, me llamo hereje. Y por no comulgar con el falso feminismo del poder, por supuesto. Y por atea, anticlerical, hija de Lilith.
P. Dices que cuando se habla de la prostitución, también desde el feminismo se hace olvidando que ellas son mujeres, con un tono paternalista o de condena. ¿A quién le interesa realmente esta división entre buenas y malas mujeres?
R. Al HeteroPatriarcadoCapitalista y a un sector del feminismo reformista, liberal, encumbrado, al que en el fondo le van bien las cosas tal y como están. Las trabajadoras del sexo son una de las piedras de toque de este sistema, si las dignificas, lo desmontas todo. ¿Cómo se puede pretender acabar con el sexismo sin desmontar la hipocresía familiar que se desahoga en el mercado del sexo, sin desarticular la heteronormatividad, el amor monógamo, la moral puritana y sexófoba? Eso significa no querer llegar al fondo de la cuestión… y callar ante la violencia policial y simbólica que sufren las putas.
P. Es reveladora la resignificación que haces del término “puta”. Y para ello apostillas que <<cualquier mujer en demasiadas circunstancias puede ser tachada socialmente como puta>>. ¿En qué momento de la vida de una mujer, esta debe pararse a pensar y decir en voz alta “Jo tambè soc puta”?
R. ¿En qué momento se puede permitir una no decírselo a sÍ misma? Cuando eres niña y algún adulto te avasalla, cuando en tus primeras relaciones te sientes como un trapo, cuando te explotan en todos tus trabajos, cuando te recriminan en cualquier contexto tu apariencia inadecuada, cuando aprendes a fingir orgasmos, cuando no te perdonan tu vitalidad sexual,… Y en el sentido empoderado de la palabra puta, cuando aprendes a manejarte a tu favor en el mercado económico y/o sexual del patriarcado.
P. Si una se dice feminista, en el imaginario de mucha gente se enciende inmediatamente el luminoso de “antihombres”. Sin embargo, tú has realizado una diferenciación teórica entre lo que es el macho y lo que son los biohombres o los hombres. ¿Podrías explicar un poco más estos conceptos?
R. Uf. Para mí el macho es el hombre que se ha creído sus privilegios de hombre contra nosotras y que los utiliza. Son unos idiotas, pero unos idiotas peligrosos porque hasta el más desgraciado en la escala social puede encontrar un resquicio de poder hacia ti y joderte, aunque sea un maldito instante. Y lo hará. Hay otros hombres, sin importarme lo que tengan entre las piernas o con quien se acuesten, que no se identifican con esa supremacía y con los que puedo y me gusta relacionarme sin tener ganas todo el rato de meterles un guantazo. Y aquí, cada una, a desarrollar su radar. Nenas, que en ello se nos va la tranquilidad. Y a veces la vida. De todas formas, te diré que ser bollera me parece un auténtico respiro.
P. Además de precario, alcohólico y hereje, la manada de perras practicáis un feminismo lúbrico. ¿Cómo transformar nuestro deseo en una herramienta de lucha?
R. Uno de los mecanismos de domesticación patriarcal más eficaces ha sido siempre dramatizar el cuerpo y el deseo de las mujeres. Ante la brutal sexualización externa de nuestros cuerpos, muy a menudo el feminismo ha tomado la opción de desconfiar de cualquier representación pornográfica. Me parece mucho más interesante y liberador crear nuestro porno feminista o posporno. Esa es una buena herramienta… y bastante más divertida que meternos por precaución en el armario del miedo. Por qué, ¿quién ha diseñado el miedo y contra quiénes? Como dice Beto Preciado, la pornografía es un arma demasiado poderosa para dejarla en manos de ellos. Y como me dijo hace poco mi amigo Camino: ¡mementum audevis semper!
P. Princesitas frustradas, ¿ha sido difícil el camino de recuperación y reapropiación de la feminidad extrema como estrategia?
R. Pasada la época iniciática en la que, por convertirme sin marcha atrás al feminismo y empezar a follar con las mías, me disfracé de seudo-marimacha (nunca me salió bien esa performance), abrazar la purpurina, las plumas, los encajes de baratillo, los dorados, el rosa estridente, las lentejuelas,… fue una gozosa liberación. En esta reapropiación, como en tantas otras, la cercanía de mis amigas maricas, travestis, trans y putas ha sido brutalmente inspiradora. Y el cuestionamiento de otras también porque si te pica, ajos come. Algún resabio de moral cristiano-comunista debe quedar en cierto feminismo para que les chirríe la imagen de la vedette o de la puta. Y a irritarlo que vamos…
P. Teoría King Kong de Virginie Despentes, Manifiesto Puta de Beatriz Espejo, Testo Yonki de Beatriz Preciado, Devenir perra… ¿Esta generación de textos inaugura la consolidación de la tercera ola de feminismo?
R. Jajajaja… ¿por qué ola vamos ya? No llevo la cuenta. Espero que por un tsunami colosal. Algo está pasando, y muy bueno. ¡Mira cómo proliferan en plan hongos mutantes las jornadas, encuentros, grupos transfeministas por todas partes! Ahora mismo se está desarrollando un mega-evento divergente aquí, en Iruñea, la ciudad donde el infecto Opus Dei plantó su pútrido huevo. En las jornadas feministas estatales de Granada, en diciembre de 2009, ¡el 40% de las inscritas eran menores de treinta años! ¿Sabes qué significa eso? Primero, un triunfo de las que siempre han o hemos estado ahí. Y, sobre todo, un prometedor futuro feminista. Y sí, creo que estos textos y discursos de los que hablas han seducido a chicas muy jovencitas que vienen pisando fuerte y que van a darnos mil vueltas. Se me eriza todo el vello del cuerpo, hasta el que llevo depilado.
P. Si tuvieras que elaborar una hoja de ruta, una predicción sobre lo deseable ¿Cuáles son los objetivos y los retos que tiene ante sí el feminismo transmaricabollo o transfeminismo?
R. Joder con la preguntita… Yo es que Aramís Fuster no me siento más que por los pelucones. Voy a responderte en plan Miss idealista y estúpida: servir como herramienta articuladora para combatir este sistema destructor que cada día se arma más contra nosotras. Ahí queda eso.