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Por Coradino Vega.

Julio de 2010, sur del Alantejo, por la noche, en la terraza de una casa perdida en medio del campo. Las ranas croan en el estanque y es lo único que rompe el silencio: las ranas, las cigarras, y el alejado rumor de las olas chocando contra el acantilado. Un cielo abierto, limpio, con su luna redonda y sus estrellas titilantes. Algunas preguntas en la cabeza y ninguna respuesta.

Había estado buscando en un cuaderno de 2004, sin embargo encontré otros fragmentos. Del diario de Virginia Woolf, éste que hizo que me acordara de mi amiga Charo: «Ahora, no sin placer, descubro que son las siete y que debo hacer la cena. Abadejo y salchichas. Creo que es cierto que uno adquiere cierto dominio sobre el abadejo y las salchichas si se para a escribir sobre ellos». Como dijo Auden a colación de este pasaje, una mujer que tiene que hacerse cargo de una casa jamás pierde el contacto con la materia. Después, la cita de Rilke que Wislawa Szymborska subrayó en una de las notas que publicó en un semanario de Cracovia: «No culpes a la vida cotidiana porque te parezca pobre, cúlpate a ti mismo por no ser suficientemente poeta como para darte cuenta de su riqueza». Y por último, las siguientes opiniones de Szymborska que yo copiaría de una entrevista, supongo:

  1. Incluso del aburrimiento hay que escribir apasionadamente.
  2. El cinismo y el humor son cualidades totalmente ajenas una a la otra, y si alguien me dijera que en mis versos encuentra cinismo, esto me afligiría mucho. Personalmente no encuentro en mi poesía el nihilismo ni el cinismo porque en mí no hay desprecio. La ironía, presente en mis versos, podría resumirse en las palabras: «Yo soy como tú».
  3. Puesto que en muchas ocasiones los jóvenes reprochan algo a sus padres, y de esto existen muchos testimonios, también en la literatura está de moda poner en duda lo que hicieron nuestros padres. En mi creación no encontrará tal vertiente. Tuve muy buenos padres. Muy sabios y sensatos. El padre que trataba de darme respuestas a todas las preguntas y la madre ―espero que la ministra de Igualdad disculpe tanto a Auden como a esta anciana de 87 años― que se centraba en la vida cotidiana de la casa.
  4. Mi «no sé» no es una alabanza de la ignorancia y de los ignorantes. Es el resultado de muchos años de búsqueda.
  5. Terminemos esta simpática conversación citando a Milosz, que una vez se encontraba entre un pequeño grupo de amigos y realizó este brindis: «¡Que la felicidad sea accesible en esta tierra!». Comparto esta opinión. La felicidad está al alcance de nuestras manos en esta tierra. Por supuesto, la desgracia también, pero apoyemos la felicidad, contribuyamos a los momentos de la vida.

El último libro de esta gran mujer se titula precisamente Aquí. En el poema que lo abre leo: Puede que en otro sitio haya lugares así / aunque nadie los encuentra bonitos. Pienso entonces en el destino de Virginia Woolf, y en cómo cualquiera puede asomarse a los confines de la locura en una noche de insomnio. Mientras, la «cabeza sorprendida» a la que alude el mismo poema lo cierra de este modo: … por si fuera poco, / giras sin billete en un carrusel de planetas / y junto a éste, de gorra, en un torbellino de galaxias, / en unos tiempos tan vertiginosos / que nada aquí en la Tierra llega ni siquiera a moverse. Miro al cielo y me alivia la distancia a la que están las estrellas.

No soy un buen lector de poesía, pero en el libro de Szymborska encuentro lo que busco cuando me acerco a un poema: la captación de algo que te deje relativamente perplejo; que ese «algo» te sea comunicado con un lenguaje inteligible y a la vez extraño; y que, de esta forma, acabe dándosele la vuelta a la realidad mostrándote un punto de vista nuevo. Como en los ensayos de Natalia Ginzburg, Wislawa Szymborska lo hace con sabiduría, profundidad, transparencia, humor y amor por la vida. Pero no por la que uno lee en los libros, escucha a los curas o se monta en la cabeza, sino por la de aquí, por la de ahora, por la de las ranas que croan mientras llega el sueño.

Virginia Woolf: Diarios 1925-1930 (Siruela, Madrid, 2003). Wislawa Szymborska: Aquí (Bartleby Editores, Madrid, 2009). Natalia Ginzburg: Ensayos (Lumen, Barcelona, 2009).

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