‘Yakutat’, de José Luis Muñoz

VÍCTOR CLAUDÍN.

José Luis Muñoz lleva publicando novelas negras desde los años 80, es un pilar del género en España, y esta es la que hace el número 60 de su bibliografía. Por su contrastadísima profesionalidad, cada nueva novela de José Luis Muñoz nunca es sólo una más. Yakutat vuelve a ser una obra importante, magníficamente escrita, con un enorme interés creciente, envolviéndonos con su trama, su ambientación, girando todo alrededor de un personaje singular, atractivo en su complejidad.

No es algo menor que Yakutat esté espléndidamente escrita. Hay novelas fatalmente escritas que se venden por cientos de miles de ejemplares. Por lo que parecería que escribir bien o mal no importa, cuando escribir bien debiera ser un punto de partida indispensable, porque lo contrario entra en la condición de delito contra la literatura. Yakutat cumple de manera escrupulosa con el criterio de calidad. José Luis Muñoz, además, elige la segunda persona para escribir esta historia, un ejercicio nada fácil, el narrador se dirige al protagonista.

Yakutat me ha fascinado. La historia está situada en una población de la Alaska profunda, donde habitan 200 almas, aprisionada por la constante nevada, por el intensísimo frío, en el tiempo de una pandemia universal, también por muertes sorprendentes que se van sucediendo. Una población en la que el protagonista lleva viviendo 12 años. Una población prácticamente incomunicada en esas condiciones, con el único puente que crea un barco, el Kennicott. Una población bajo la amenaza de que no quede ni uno solo de sus vecinos.

En ese paraje inhóspito, duro y gélido se refugia con Shiva, una husky malamute, Ben Ferguson, un tipo solitario que huye de sí mismo y que no se lleva nada bien con el vecindario. Desde el principio estamos en un bucle, girando hasta que una pieza se suelta y todo se desboca. Un relato angustioso con una atmósfera opresora, incluso el cuerpo del protagonista es un cuerpo enfermo, medio agónico. Doloroso todo. Una novela en la que te sumerges hasta asfixiarte. Hasta situarte en el miedo. Porque es brutal y, al tiempo, hermosa. Claustrofóbica. “Vives en un pueblo que lentamente se vacía, se deshace de sus habitantes: unos mueren, a otros los matan”.

En algún lugar José Luis Muñoz ha hecho suya una frase de Virginia Wolf: “Una buena novela es cualquier novela que te hace pensar o sentir. Tiene que meter el cuchillo entre junturas del cuero con el que la mayoría de nosotros estamos recubiertos”.

Si pensar a lo que se refiere Virginia Wolf es darle vueltas a lo que estás leyendo y, luego, a lo que has leído, incluso de cuando en cuando durante semanas, o meses te vienen escenas, imágenes, reflexiones de la novela. Y si sentir es experimentar en ocasiones escalofríos, entonces esta es una buena novela a la manera de Virginia Wolf. Hasta carámbanos sentía cada vez que me sentaba a leer Yakutat, y el cuchillo se me clavaba en todas las junturas del cuerpo. Una nueva novela de José Luis Muñoz que me ha encantado, su lectura me dejó la sensación de haber hecho un emocionante recorrido literario, marcado por la ambición del autor que, como es habitual, cumple con creces su objetivo.

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